Insiste el nudo aferrándose a la boca de mi estómago; y la congoja dibuja en mis labios el perfil apretado que creía, para siempre borrado. La mandíbula amarra los dientes a ese rechinar que no se me hace extraño. No; no está exento el peregrino experto, por supuesto. La veteranía da grado a esta ambrosía amarga. Cuanto más se anda más duras parecen ser las exigencias y dudas.
Entonces, ahora, la experiencia me recuerda mis pautas. "Camina, camina... no pares, no dudes, no mires atrás; digiere en silencio la apuesta. Sabes que al final de la cuesta te espera la recompensa: otro maravilloso paisaje que le recuerden a tus ojos que Dios existe".
Entonces, ahora, la experiencia me recuerda mis pautas. "Camina, camina... no pares, no dudes, no mires atrás; digiere en silencio la apuesta. Sabes que al final de la cuesta te espera la recompensa: otro maravilloso paisaje que le recuerden a tus ojos que Dios existe".
Al final de la cuesta te espera..........
ResponderEliminarAbrazo amigo.
"Rezáis en los momentos de necesidad y desesperación.Ojalá lo hiciérais también en la plenitud de vuestra alegría y en vuestros días de prosperidad" dice J.Gibran.
ResponderEliminarRecorriendo tu último párrafo me despido.