"El eccema está de vuelta, tras las vacaciones lleva la cuenta: ¿ Qué es lo que mi cuerpo, de esta vida sedentaria, detesta? Cuatro meses, casual apuesta; mientras mi casa estuvo indispuesta, brillaba mi tez lozana; y brillaban mis ojos aun agotados por el cansancio. Creo que sé lo que me ocurre: me pesa no llevar mi casa a cuestas. Diez kilos de mochila no eran tantos, mi atadura actual pesa gramos y son muchos.
En las mejillas enrojecidas siento claro mi fracaso, el valor leve, aquí acurrucado no doy la cara, y mi basura se acumula; mis manos no dicen, mis ojos no escuchan; por eso no pasa nada y la sangre se estanca alrededor de una nariz atascada. No es necesario el instinto en este nicho; protegido, todo alrededor cerrado el olfato me hace ascos. Parece una tumba mi hastío.
Paciencia, lo dicho... Para dejarme encontrar por el resquicio que, en mi memoria, abra el olvido.
En las mejillas enrojecidas siento claro mi fracaso, el valor leve, aquí acurrucado no doy la cara, y mi basura se acumula; mis manos no dicen, mis ojos no escuchan; por eso no pasa nada y la sangre se estanca alrededor de una nariz atascada. No es necesario el instinto en este nicho; protegido, todo alrededor cerrado el olfato me hace ascos. Parece una tumba mi hastío.
Paciencia, lo dicho... Para dejarme encontrar por el resquicio que, en mi memoria, abra el olvido.
Señor, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia. San Agustín. Estoy segura que la sabiduría te encontrará.
ResponderEliminarUn abrazo y buen camino, caminante.