Cuarenta kilómetros, para empezar; y los que después nos fuesen cayendo, paso viene, tropiezo va; hasta Oviedo, al menos cinco jornadas, más de cien kilómetros que añadir a los completados hoy... Y nos hemos atrevido a comenzar esta aventura sin guión, fiados de la buena voluntad del azar. Confiamos totalmente en nuestros ángeles de la guarda particulares, aunque últimamente nos hubiesen dado motivos para dudar de su lealtad, no hemos querido hacerlo... Los problemas tecnológicos a ellas no se los debíamos achacar. ¡Que pase lo que tenga que pasar! Las dos compañeras que iban abriendo camino, tres jornadas por delante, no nos iban a fallar... Además, si ellas habían completado las tres primeras jornadas sin dificultad, nosotros también lo conseguiríamos aunque fuese arrastrándonos por estos pastizales, entre vacas, caballos, potros, terneros y demás animales de estos que hay por aquí... Por cierto, eso sí que sería un grave problema a afrontar, porque no hacen más que cagar y dejar el camino sembrado de mierda que huelen fatal.
¡Nosotros nos sabríamos orientar...! ¿Sabría hacerlo Joan en caso de necesidad? Me he obligado a pensar que sí, mejor no indagar; he preferido reservar la pregunta en mi cabeza, nada más; por no airear aromas que nos pudiesen incomodar. Por si acaso, para nuestra tranquilidad, no estaría mal que mejorasen considerablemente las coberturas de los móviles que nos tuvieran que salvar en caso de S.O.S. urgente y vital; el de Joan, el de Miriam o el de Mónica, y los tres... Creo que el 112 funciona siempre, menos mal. Yo había decidido desde el principio no utilizar el mío para comunicarme, quería que el destino decidiese... por lo cual, aunque tuviese cobertura no serviría de nada. Al final, aunque llegáramos a considerar fundamental llevarla en la mochila, no nos habíamos comprado una guía decente que nos pudiera sacar de un aprieto en caso de que la flecha amarilla dejara de indicarnos la dirección que nuestros pasos tuvieran que pisar... Ni siquiera una indecente, la revista que nos habían regalado en la Oficina de Turismo de León no podía ser considerada como tal; a duras penas cumplía su función promocional... Preciosa, colorida, de papel couché resistente, muy pesada... Más valdría que Dios nos pillara confesados si con su información tuviéramos que salir de una situación comprometida, el compromiso accidental de la tragedia sobrevenida nos engulliría en su pozo de destrucción, sin dudar.
¡Nosotros nos sabríamos orientar...! ¿Sabría hacerlo Joan en caso de necesidad? Me he obligado a pensar que sí, mejor no indagar; he preferido reservar la pregunta en mi cabeza, nada más; por no airear aromas que nos pudiesen incomodar. Por si acaso, para nuestra tranquilidad, no estaría mal que mejorasen considerablemente las coberturas de los móviles que nos tuvieran que salvar en caso de S.O.S. urgente y vital; el de Joan, el de Miriam o el de Mónica, y los tres... Creo que el 112 funciona siempre, menos mal. Yo había decidido desde el principio no utilizar el mío para comunicarme, quería que el destino decidiese... por lo cual, aunque tuviese cobertura no serviría de nada. Al final, aunque llegáramos a considerar fundamental llevarla en la mochila, no nos habíamos comprado una guía decente que nos pudiera sacar de un aprieto en caso de que la flecha amarilla dejara de indicarnos la dirección que nuestros pasos tuvieran que pisar... Ni siquiera una indecente, la revista que nos habían regalado en la Oficina de Turismo de León no podía ser considerada como tal; a duras penas cumplía su función promocional... Preciosa, colorida, de papel couché resistente, muy pesada... Más valdría que Dios nos pillara confesados si con su información tuviéramos que salir de una situación comprometida, el compromiso accidental de la tragedia sobrevenida nos engulliría en su pozo de destrucción, sin dudar.
hace tiempo que no te visitaba amigo,estoy a mil muchas cosas a la vez creo que tomaré una mochila y saldre a andar caminos como tú ,abrazo.
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