Como Joan y Philip, que yo ya no sería capaz de concebirlos si no fuera a la par; me gustaría tanto que la realidad no me quitase la razón; pero lo real es más cabezón que mi fusión, tal vez confusión... Me gustaría que siguiesen caminando conmigo ambos, pero no puede ser, y no sé por qué creo que no lo será más. Ojala, aunque al bohemio francés no le sentase bien que lo de Ana le saliera mal; y no es que quiera entrometerme en sus líos de faldas; es que, por lo menos hasta Oviedo, me apetecería que continuaran a mi vera los dos, y yo con ellos, de veras, también. Sería un gran punto y final para esta etapa, aunque a mí me falten muchas más, punto y seguido; pero más allá no quiero pensar. ¡Dios mío!, pero si apenas acabo de comenzar; hace nada, esta mañana, dejábamos León... Por esta senda de cabras, cuesta arriba, cuesta abajo, entre matorrales y bosques variados; Oviedo, Lugo, conexión en Melide con el Camino Francés de nuevo, Santiago, que pasaré de pasada sin intención de visitarla, y allí, al final del mundo conocido no hace tanto, apenas unos pocos siglos, tres o cuatro; ¿o son cinco? Es lo mismo, allí, al principio de un nuevo continente, apenas recién conocido, Finisterre. Me acostumbré en el viaje pasado, no sé, por qué, ni cómo, a llamarle Fisterra que, también en gallego, significa el fin de la tierra...
Y en cuanto llegue allí, aún quedará darse la vuelta. ¡Qué pereza! Mejor si no lo pienso, porque si lo hago me agoto; seguiré con otros enredos menos perezosos, con otros asuntos más triviales; aunque sean para Philip mucho más importantes. Philip, que justamente se ha quedado en tierra, en otras tierras al menos; en tierras de los amoríos remotos, en un territorio que dicen hermoso, pero también cenagal tenebroso; desearía que saliese de ese trance con su recién encontrado porte honroso, sin estocadas que le arrancasen las entrañadas rescatadas... Se lo merece, eso y todo. Aunque su pasión haya roto la mía, y hoy siga echándole su pulso a Cupido sin batirse en retira, avanzado hacia lo que su corazón ya ha decidido...Tras encontrárnoslo ayer en el albergue de las Carbajalas había dado por supuesto que había sido una decepción su reencuentro con Ana; pero no se había producido ni una ni otro; ni decepción ni reencuentro, con su amada por supuesto.- Con nosotros ha funcionado el azar en sentido contrario, primero reencuentro bullicioso y después decepción apenada... Así son las cosas, pocas veces llueve a gusto de todos. Por suerte, y de momento en este intento, las tormentas están de mi lado... Evitando una y tantas. Mejor si lloviera mañana, que mañana ya pediré otro tanto.
Y en cuanto llegue allí, aún quedará darse la vuelta. ¡Qué pereza! Mejor si no lo pienso, porque si lo hago me agoto; seguiré con otros enredos menos perezosos, con otros asuntos más triviales; aunque sean para Philip mucho más importantes. Philip, que justamente se ha quedado en tierra, en otras tierras al menos; en tierras de los amoríos remotos, en un territorio que dicen hermoso, pero también cenagal tenebroso; desearía que saliese de ese trance con su recién encontrado porte honroso, sin estocadas que le arrancasen las entrañadas rescatadas... Se lo merece, eso y todo. Aunque su pasión haya roto la mía, y hoy siga echándole su pulso a Cupido sin batirse en retira, avanzado hacia lo que su corazón ya ha decidido...Tras encontrárnoslo ayer en el albergue de las Carbajalas había dado por supuesto que había sido una decepción su reencuentro con Ana; pero no se había producido ni una ni otro; ni decepción ni reencuentro, con su amada por supuesto.- Con nosotros ha funcionado el azar en sentido contrario, primero reencuentro bullicioso y después decepción apenada... Así son las cosas, pocas veces llueve a gusto de todos. Por suerte, y de momento en este intento, las tormentas están de mi lado... Evitando una y tantas. Mejor si lloviera mañana, que mañana ya pediré otro tanto.
Encuentros, despedidas, reencuentros, el camino se muestra caprichoso a lo largo de la vida. Qué bueno sería que aprendiéramos a aceptar lo que este nos depare, aunque aceptar signifique sentir tristeza y alegría, tanto en los encuentros como en las despedidas.
ResponderEliminarPensar en un día a la vez, facilita las cosas.
Buen Camino.