Otra más, no sé si serían decepciones de verdad, pero a mi me ha sentado fatal. Creo que lo tendré que dudar, ¿será que aporten más leña mis complejos que el fuego que arda de verdad? Repetir el mismo error, la misma sensación desagradable que en Grañón, en Bercianos si cabe superior. Aquellos albergues a los que llegaba confiado estaba siendo donde me recibían peor; menos mal que el de Tosantos estaba a la altura de lo que yo esperaba de estos alojamientos humildes, donde todo se compartía, hasta las alegrías y la frustracción. Y no es que me trataran mal, pero no esperaba tanto protocolo, tanta cortesía, tanta distancia entre ellas y yo. Me han recibido dos mujeres, educadas por demás; vestidas para cualquier otra ocasión que no involucrara recibir a peregrinos agotados, quemados por el sol. No quiero que me pongan algodones en los pies mientras me clavan espinas que no me hacen sentir nada bien. ¿Querría usted un refresco, un dulce? ¿Qué desearía usted? Un poquito menos de desdén si pudiera ser... Y trátame si no te importa de tú.
Un par de pares de ojos que me marcan en el suelo la línea que no tendría que pasar si no quisiera ser amonestado por su inclemente frialdad, escudada en una aparente hospitalidad. Un trato correcto y poco más, se habían olvidado de la humanidad. No hace falta tantos ornamento, ni tantas formas perfectas... Creo que tenían medida hasta la longitud de la conversación que tenían que dedicar a cada uno de los que fuéramos a llegar, ni un palmo más, ni un palmo menos. Medio metro, un rato de no más de un cuarto de hora; cincuenta centímetros, de ahí ni un centímetro más.
Un par de pares de ojos que me marcan en el suelo la línea que no tendría que pasar si no quisiera ser amonestado por su inclemente frialdad, escudada en una aparente hospitalidad. Un trato correcto y poco más, se habían olvidado de la humanidad. No hace falta tantos ornamento, ni tantas formas perfectas... Creo que tenían medida hasta la longitud de la conversación que tenían que dedicar a cada uno de los que fuéramos a llegar, ni un palmo más, ni un palmo menos. Medio metro, un rato de no más de un cuarto de hora; cincuenta centímetros, de ahí ni un centímetro más.
El cansancio y la soledad del camino, necesita calor, no palabras medidas y etiquetadas. Siempre a vueltas con lo política o socialmente correcto.
ResponderEliminarSigo contigo, sintiendo tu cansancio aunque no pueda curar tus pies cansados ni tus heridas.
Un beso.
TAL VEZ SI MIRAS BIEN DEBAJO DE LOS PIES, DE LAS SEÑORAS "VESTIDAS PARA CUALQUIER OTRA OCASIÓN" TAMBIÉN HAY ALGO DE ÉSE TU DOLOR.CARIÑOS
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