Si es que no les puedo dejar solos; para un instante que lo hago van y me arman este desaguisado. Una ampolla de nada; un café que me había negado a tomar con ellos, justamente, para no perder sus pasos, para poder acompañarles. Porque adelantándome era la única opción que contemplaba para no quedarme retrasado. Por eso mismo, ya no tengo a quien seguir. Mónica, que como era su costumbre había aparecido por casualidad; Ana, que sin estar, según parece, nunca había dejado de estar. La primera, como siempre, para volver a marchar, pero esta vez robándonos una parte importante del ajuar. La segunda, sin siquiera asomar, sin querer alcanzarnos ni abandonar, sin saber nada de lo que por ella se iba a montar, otra ladrona sin par; ella si que me había quitado una pieza vital.
Entre las dos, con sus travesuras, nos estaban haciendo pensar... Mientras anduvieron Denis y Joan a solas, aunque apenados, adormecidos por la pasividad de uno de ellos, las dudas que al otro no dejaban de incomodar no habían ido más allá. Esta vez se rizaría el rizo de la apuesta total, Mónica y sus disparates fugitivos nos iban a salpicar, nos habían salpicado ya. Su ataque total contra todo lo establecido, desoyendo cualquier riesgo y peligro, había fijado nuestro foco de atención en un sendero perdido de la mano de Dios, que apenas lo debía conocer el mismísimo Creador. Ella decía que le habían dicho que estaba muy bien señalado por unos amigos de este señor.... Salvador debía de ser el nombre que se le atribuía a este camino que unía, bordeando los Picos de Europa, León y Oviedo. Al no sentir rechazada su propuesta, Joan también se ha crecido... No sé yo como acabará toda esta elucubración sin fundamento, ni visos de ejecución. Al menos la conversación sobre este tema ha aliviado mi ya olvidada sensación anterior... Me ha dado un aliento que ya había sido sustituido por la ira acumulada por el recibimiento protocolario de ese par de hospitaleras recluidas en las formas excesivas.
Entre las dos, con sus travesuras, nos estaban haciendo pensar... Mientras anduvieron Denis y Joan a solas, aunque apenados, adormecidos por la pasividad de uno de ellos, las dudas que al otro no dejaban de incomodar no habían ido más allá. Esta vez se rizaría el rizo de la apuesta total, Mónica y sus disparates fugitivos nos iban a salpicar, nos habían salpicado ya. Su ataque total contra todo lo establecido, desoyendo cualquier riesgo y peligro, había fijado nuestro foco de atención en un sendero perdido de la mano de Dios, que apenas lo debía conocer el mismísimo Creador. Ella decía que le habían dicho que estaba muy bien señalado por unos amigos de este señor.... Salvador debía de ser el nombre que se le atribuía a este camino que unía, bordeando los Picos de Europa, León y Oviedo. Al no sentir rechazada su propuesta, Joan también se ha crecido... No sé yo como acabará toda esta elucubración sin fundamento, ni visos de ejecución. Al menos la conversación sobre este tema ha aliviado mi ya olvidada sensación anterior... Me ha dado un aliento que ya había sido sustituido por la ira acumulada por el recibimiento protocolario de ese par de hospitaleras recluidas en las formas excesivas.
Cada uno a su paso en su camino. Basta un instante, una mirada, una propuesta alentadora para variar el rumbo acompañando un trecho. A veces cambiándolo para toda la vida. ¿Quién sabe a donde te llevará el destino? A donde quiera que sea, no dejes de caminar y de contarnos tu trayecto.
ResponderEliminarAbrazos, Caminante.
A veces ocuparse de repasar actitudes de momentos puntuales en los demás, nos hace olvidar las heridas del camino.
ResponderEliminarAhora, sin dolores por las ampollas y demás vicisitudes, nos sentimos mejor.
(espero no ser una carga demasiado pesada en tus bolsillos)
Besos.