Nada, que no hay forma de dormir. Una, dos, tres... La curiosidad, el miedo a curiosear; por lo que pudiera pasar; ¿arrepentirme antes de empezar? Me arrepentiría si no lo hiciera, si nada aconteciera por haberme quedado parado en el arcén, viendo pasar mi tren... El tren que ya no lo fue. En esta ocasión, va a ser; me aliaré con mi Satanás juguetón; no me resistiré a esta maravillosa tentación; justamente, por el mero hecho de intentar... Y tentar el intento que llegue a más; sin quedarse en otro ya pasó una nueva oportunidad de cambiar. No me volveré a resignar a seguir transformándome en un ente amargado, ornamentado con carcajadas ostentosas y falsas, sin enterarme hasta que, con el tiempo casi caducado, me de otro empujón urgente cualquier embate sospechoso... Y volver a preguntarme: ¿por qué es tan injusto conmigo este mundo?.
No quiero volver a enfermar, ni quiero tener que enfrentarme más a problemas que, aunque no existieran, fuera pariendo mi obsesión recalcitrante, indigna; apremiante, extenuante y, ante todo, pedante. ¿Ten cuidado? No quiero creerme conocedor de todos los riesgos y consecuencias nefastas que seguirán a cualquier actividad amoral, desleal o confidencial. No, por Dios; por mí mismo, por mis razones, contra los argumentos que me vendieron a precio de mejor postor aquellos señores tan importantes. ¡Qué caro precio, Señor de las anillas de aquellos cuadernillos inoportunos! No más represión, no más reverencias sin valor, no más sometimientos a mentiras que no fueran yo. Más “ten cuidado”..., ¡no! No, no y no; y un millón de veces no, ¡claro que no...! Claro que sí, mejor. Aguantaré el insomnio como un campeón, si el precio es velar, para guiar, estos pensamientos crudos... ¡Aquí, despierto me quedo yo! Y aunque no deje Joan de roncar... ¡Hay que joderse, como duerme el muy cabrón!
¿Y si él aún no lo decidió? ¿Y su juega de farol? ¿Y si ha delegado su reacción en la certeza de que yo diré que no? ¿Y si el me cree un cobarde cagón? ¿ Y si pensara que ni siquiera me habría tomado en serio su propuesta? ¿Y si estuviera convencido de que en León nada cambiaría porque a mí no me ve capaz de cambiar? ¿Y si...? Sí, claro que sí ¡Como un puto peón!, como me dijo mi padre, cuando sientas dificultades, y no haya otra puerta por la que salir, o entrar al, del atolladero, aprieta los dientes, cierra los ojos... Y ve, sin pensar. Le voy a sorprender, se va a joder, seré mecánico de la acción que haciendo va aprendiendo a ser mejor, de cada uno de sus errores, todos ellos diferentes, al encuentro del error mayor. Aunque aparente ser un loco, sin condición, ni ambición... No me conformo con cualquier cosa, desde mi lado oscuro se rebela el curioso inconformista, hasta deambulando por los mundos del error, apostaré al todo o nada... Herraré mi aventura al azar; ¡Ordago a mi destino par!
Ronca, ronca sin parar; ameniza esta noche en el que estoy pariendo a mi zar; el nuevo emperador disfrazado de peregrino está a punto de asomar su cabeza por el Coño de la Matea... La verdad, nunca he sabido quien era esa señora, ni por qué tanta importancia se le daba a su medio de evacuación, pero por un rato quiero ser mal hablado, aunque lo haga en la más íntima intimidad.
No quiero volver a enfermar, ni quiero tener que enfrentarme más a problemas que, aunque no existieran, fuera pariendo mi obsesión recalcitrante, indigna; apremiante, extenuante y, ante todo, pedante. ¿Ten cuidado? No quiero creerme conocedor de todos los riesgos y consecuencias nefastas que seguirán a cualquier actividad amoral, desleal o confidencial. No, por Dios; por mí mismo, por mis razones, contra los argumentos que me vendieron a precio de mejor postor aquellos señores tan importantes. ¡Qué caro precio, Señor de las anillas de aquellos cuadernillos inoportunos! No más represión, no más reverencias sin valor, no más sometimientos a mentiras que no fueran yo. Más “ten cuidado”..., ¡no! No, no y no; y un millón de veces no, ¡claro que no...! Claro que sí, mejor. Aguantaré el insomnio como un campeón, si el precio es velar, para guiar, estos pensamientos crudos... ¡Aquí, despierto me quedo yo! Y aunque no deje Joan de roncar... ¡Hay que joderse, como duerme el muy cabrón!
¿Y si él aún no lo decidió? ¿Y su juega de farol? ¿Y si ha delegado su reacción en la certeza de que yo diré que no? ¿Y si el me cree un cobarde cagón? ¿ Y si pensara que ni siquiera me habría tomado en serio su propuesta? ¿Y si estuviera convencido de que en León nada cambiaría porque a mí no me ve capaz de cambiar? ¿Y si...? Sí, claro que sí ¡Como un puto peón!, como me dijo mi padre, cuando sientas dificultades, y no haya otra puerta por la que salir, o entrar al, del atolladero, aprieta los dientes, cierra los ojos... Y ve, sin pensar. Le voy a sorprender, se va a joder, seré mecánico de la acción que haciendo va aprendiendo a ser mejor, de cada uno de sus errores, todos ellos diferentes, al encuentro del error mayor. Aunque aparente ser un loco, sin condición, ni ambición... No me conformo con cualquier cosa, desde mi lado oscuro se rebela el curioso inconformista, hasta deambulando por los mundos del error, apostaré al todo o nada... Herraré mi aventura al azar; ¡Ordago a mi destino par!
Ronca, ronca sin parar; ameniza esta noche en el que estoy pariendo a mi zar; el nuevo emperador disfrazado de peregrino está a punto de asomar su cabeza por el Coño de la Matea... La verdad, nunca he sabido quien era esa señora, ni por qué tanta importancia se le daba a su medio de evacuación, pero por un rato quiero ser mal hablado, aunque lo haga en la más íntima intimidad.
Y dejaste abandonados todos los Y, si? para decir, Si, Y? Con un par... de órdago.
ResponderEliminarPor cierto qué mal hablas¡¡
Buen Camino, Caminante.
Es curiosa la forma de expresarse, pero no por ello desagradable.
ResponderEliminarMe gusta.
Para lo que puede dar una noche insomnio, verdad?
ResponderEliminarElucubraciones, dispersiones, preguntas, decisiones... y una nueva reencarnación!
Veremos que nos depara tu verbo, en esta metamorfosis,
Besos transformistas