Oportunidades salpicadas a lo largo y ancho del Camino, tan solo al alcance de quien pasee sin prisas, atento a cada resquicio. En rincones escondidos, ocultas para quien creyese que por parar perdería el turno, o en un promontorio hermoso, a la vista de todos los que no cierren los ojos. Lo único que requería esta vez mi golpe de suerte era un tacto despierto para percatarme del guiño cómplice de su mirada asesina... Con su desconfianza inicial y el desafío pertinaz no quería espantar más que al niño asustadizo que no ha dejado de maltratarle, con su exaltada arrogancia y el afán de protagonismo atroz, desde que nació. Un par de ojos absurdos que exigen distancia, quizás con motivos, quizás sin justificación, ni excusa... Eso ya no me importa. Un par de mendigos que vagan por las tinieblas suplicando esas sonrisas que se le resisten, que él mismo se niega. No sé qué es lo que fuera de su pasado pero el azar me había traído a su lado para compartir con él esos instantes escasos, fugaces, caros que no le permiten disfrutar a menudo sus hábito pervertidos; el cruel maquillaje postizo tras el que se oculta un adulto asustadizo... Esos instantes gloriosos que yacen sometidos hasta después de media noche; cuando ya hace al menos dos horas que duermen tranquilos el resto de caminantes.
Ponle un calimocho a este peregrino, le ha indicado a su ayudante, amigo. Y siéntate aquí conmigo, conversemos un rato, me ha sugerido sin ser capaz aún de abandonar su afán impositivo. El Camino también se recorre tomando vinos y compartiendo estos ratos en los que el entorno guarda silencio porque la mayoría descansa creyendo que el misterio está entre las piedras. Aunque no bebo, y ya se había pasado la hora de acostarse, no he rechazado su oferta, por supuesto. Aceptar la hospitalidad sin recelos es una postura honesta; no quería perder esta nueva apuesta... Mañana ya dispondría la orquesta la melodía... Además, ¿cómo resistir la tentación de mantener un debate con un ser tan arisco? Cada vez me gusta más escalar cumbres borrascosas y riscos. No he dudado en añadir a la lectura entre vistazos soslayos, el tacto de sus palabras...
Para darle una vuelta de rosca mas a mi empeño, y a los secretos de su imperio. Compartir tantas y tantas cosas, en este tono de afecto que había mostrado con su destello humano... No tenía demasiado tiempo para sembrar la semilla que llevo en su tiesto, o quizás tuviese toda la vida. O posiblemente, el tuviese para mi alguna noticia que prestarme. No iba a ser uno de tantos que le negara mi sonrisa, mis ratos, mis confidencias; escuchar las suyas. Había decidido que me iba a dar la oportunidad de darle las gracias, mañana al marcharme, por haberme servido.
Ponle un calimocho a este peregrino, le ha indicado a su ayudante, amigo. Y siéntate aquí conmigo, conversemos un rato, me ha sugerido sin ser capaz aún de abandonar su afán impositivo. El Camino también se recorre tomando vinos y compartiendo estos ratos en los que el entorno guarda silencio porque la mayoría descansa creyendo que el misterio está entre las piedras. Aunque no bebo, y ya se había pasado la hora de acostarse, no he rechazado su oferta, por supuesto. Aceptar la hospitalidad sin recelos es una postura honesta; no quería perder esta nueva apuesta... Mañana ya dispondría la orquesta la melodía... Además, ¿cómo resistir la tentación de mantener un debate con un ser tan arisco? Cada vez me gusta más escalar cumbres borrascosas y riscos. No he dudado en añadir a la lectura entre vistazos soslayos, el tacto de sus palabras...
Para darle una vuelta de rosca mas a mi empeño, y a los secretos de su imperio. Compartir tantas y tantas cosas, en este tono de afecto que había mostrado con su destello humano... No tenía demasiado tiempo para sembrar la semilla que llevo en su tiesto, o quizás tuviese toda la vida. O posiblemente, el tuviese para mi alguna noticia que prestarme. No iba a ser uno de tantos que le negara mi sonrisa, mis ratos, mis confidencias; escuchar las suyas. Había decidido que me iba a dar la oportunidad de darle las gracias, mañana al marcharme, por haberme servido.
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