Entes contradictorios, supervivientes de varias batallas, obligados a sujetar el mismo techo; en una persona, personalidades diferenciadas sustentadas por muchos complejos. Ataviado para esta ocasión con el cansancio del caminante, desaliñado, desgarbado y, a ratos, agobiado. Y aunque no le imagino encorbatado, debe de ser la corbata uno de los símbolos que le distinga entre sus iguales. Según he oído por ahí, no le permitirían asistir a su trabajo desarrapado. Dos banderas, el origen y el destino; entre Roncesvalles y Santiago de Compostela se debaten la humildad exagerada y la soberbia que no interesa exhibir por estos lares. No sé por qué me da la impresión de que en el fondo de su corazón sostienen una pelea encarnizada los dos. Una lucha sin cuartel por lo que tiene que ser y es, por lo que quiere ser y no es, por lo que teme que iba acabar aconteciendo si todo continuase por los mismos derroteros. No creo que se sienta a gusto ondeando ninguna de las dos banderas, ni la de la falsa modestia, ni la del orgullo reprimido. Pero, si el protocolo así lo dispusiese, ondearía una, la otra y las dos a la vez; a favor o en contra de lo que el protocolo exigiese; según mejor le viniese.
Amigo mío, cubano de origen y de adopción estadounidense. Sobre todas las cosas impera tu protagonismo reprimido... Por necesidad, por culpabilidad o por indecisión. No puedes evitar seguir ahondando en el agujero de tu ombligo, hasta hacerte sangre si hiciera falta, para que la llaga te permita quejarte sin parar de las injusticias sufridas, de tantas heridas... Aquí, allá y acullá... En todos los sitios. La mayor injusticia la estás cometiendo contigo mismo, con tu conciencia rendida a la nostalgia y a la envidia; no tienes tiempo para escuchar porque tan solo sabes hablar. ¡Cállate ya!
¿Cállate ya? ¿Quién aconseja a quién? ¿Quién juzga y por qué? Pudiera darse la posibilidad fatal... ¿Una interpretación inoportuna quizás...? De un acomplejado de tomo y lomo que no haya hecho justicia al trayecto que hemos recorrido tan a gusto, contándonos nuestras penas, tantos proyectos, tantas quejas y lamentos. Está opinando un aprendiz de todo lo contrario, que en todo lo contrario está enfocando. Tengo que reconocer que a menudo me sale el crítico impertinente que detesto, el analista de sus propios problemas en carnes ajenas echando balones fuera, a veces sin la justificación exigida o debida. A veces un hermano fraticida exterminador de sus mejores aliados.
Denis, buen compañero y amigo, de vocación colega, conversador audaz y respetuoso; un coloso. Te acepto y reconozco como espejo y señor de mi reflejo. Aquello que sin personas como tú a mi lado pasaría desapercibido a mi afán de protagonismo reprimido y ciego.
Amigo mío, cubano de origen y de adopción estadounidense. Sobre todas las cosas impera tu protagonismo reprimido... Por necesidad, por culpabilidad o por indecisión. No puedes evitar seguir ahondando en el agujero de tu ombligo, hasta hacerte sangre si hiciera falta, para que la llaga te permita quejarte sin parar de las injusticias sufridas, de tantas heridas... Aquí, allá y acullá... En todos los sitios. La mayor injusticia la estás cometiendo contigo mismo, con tu conciencia rendida a la nostalgia y a la envidia; no tienes tiempo para escuchar porque tan solo sabes hablar. ¡Cállate ya!
¿Cállate ya? ¿Quién aconseja a quién? ¿Quién juzga y por qué? Pudiera darse la posibilidad fatal... ¿Una interpretación inoportuna quizás...? De un acomplejado de tomo y lomo que no haya hecho justicia al trayecto que hemos recorrido tan a gusto, contándonos nuestras penas, tantos proyectos, tantas quejas y lamentos. Está opinando un aprendiz de todo lo contrario, que en todo lo contrario está enfocando. Tengo que reconocer que a menudo me sale el crítico impertinente que detesto, el analista de sus propios problemas en carnes ajenas echando balones fuera, a veces sin la justificación exigida o debida. A veces un hermano fraticida exterminador de sus mejores aliados.
Denis, buen compañero y amigo, de vocación colega, conversador audaz y respetuoso; un coloso. Te acepto y reconozco como espejo y señor de mi reflejo. Aquello que sin personas como tú a mi lado pasaría desapercibido a mi afán de protagonismo reprimido y ciego.
Aceptar a los demás refleja la aceptación de nosotros mismos también, somos espejos unos de otros,, como bien dices.
ResponderEliminarTe acepto. Estaría bien que nos lo dijesemos de vez en cuando, de la misma manera que decimos te quiero o te amo, evitariamos el miedo al rechazo en muchas ocasiones.
Aceptar es una palabra muy amplia, aceptamos aquello que de verdad nos llena, aquello que podemos digerir con todas las de la ley, aunque a veces los demás no lo comprendan y por eso mismo, porque ellos no se aceptan solamente saben hacer daño. Ya estoy de vuelta, gracias por tu comentario, me gusta leer tus entradas, son interesantes y se aprende mucho que es lo más importante en la vida, aprender cada día, de unos y de otros, porque de todos, todos tenemos cosas que prender que es distinto que saber.
ResponderEliminarUn abrazo
Como siempre que te leo, me descubro ante tu forma de decir y desdecirte, de callar y de gritar, de ser tú y desdoblarte... Me descubro en fin, ante tu verbo.
ResponderEliminarUn abrazo.