Una fachada, aunque en apariencia dura y fiera, a punto de desplomarse en la más grotescas de las tragedias. Por su mala conciencia, porque debía de haber aprendido a acertar con sus malos presagios; porque no aceptaba propuestas ajenas que no se adaptaran a sus mente aviesa, porque no había conocido otra cosa o porque detrás de la verja amenazaran fieras. Un caparazón, una coraza, la concha del peregrino enquistada en su cara; exhausto de venir tirando, de carros y carretas empujando, en sentido contrario, desde sus recuerdos ancestros. ¿Quién sería aquel niño que desde dentro de sus complejos, a través de sus pupilas encendidas, seguía pidiéndole ayuda a gritos al adulto asustadizo? Todo tiene un porqué, por supuesto... Y este tipo también tendría motivos para hacer caso a su ego... Lo que no era sincero era su porte pendenciero y por eso... Antes se pilla, aun en estos caminos, a un mentiroso que a un cojo.
Ese rostro que me atraía y repelía a partes iguales...; había aceptado el envite de su indiferencia supuesta, de sus ataques crudos... Y me siento satisfecho. No he rehuido la misión de mostrarle mis cartas, aquellas que había guardado a buen recaudo desde sus primeros improperios. Tras haber acatado, uno tras otro, todos sus descartes. Creo que le he pillado despistado, aferrado a su prepotencia de pega. Un libro entre otros muchos: ¿te gustan las estrellas? De libros de ese tipo tenía la estantería de la sala de estar, repleta. Te regalo éste para que le saques provecho, aquí, en el Camino de la Vía Láctea, seguro que interesa... Ya estaba harto de pasear un peso muerto. Cargaba desde mi casa con él y no sabía el motivo, lo había comprado unos días antes en Logroño en una librería de libros viejos a precio de saldo. “El libro de las estrellas” ha sido la llave que ha abierto sus puertas.
Entre otros pocos afortunados, yo hoy había sido el elegido; y entre estos, el predilecto; a cambio de un mamotreto me ha contado mil historias, cientos de recetas, una poesía hermosa, un placer compartido, un instante de encuentro. Me he dado cuenta de que las doce de la noche es la hora perfecta para estar despierto, también siendo un peregrino que mañana madrugue. Bien valdrá la pena, si fuera por esto, soportar legañas, somnolencia y bostezos. Del peregrino una parte ineludible, abandonada por las prisas, por el miedo a la jornada siguiente, por lo que fuera. Quien desprecia las tertulias nocturnas desaprovecha más de la mitad de la experiencia .
Ese rostro que me atraía y repelía a partes iguales...; había aceptado el envite de su indiferencia supuesta, de sus ataques crudos... Y me siento satisfecho. No he rehuido la misión de mostrarle mis cartas, aquellas que había guardado a buen recaudo desde sus primeros improperios. Tras haber acatado, uno tras otro, todos sus descartes. Creo que le he pillado despistado, aferrado a su prepotencia de pega. Un libro entre otros muchos: ¿te gustan las estrellas? De libros de ese tipo tenía la estantería de la sala de estar, repleta. Te regalo éste para que le saques provecho, aquí, en el Camino de la Vía Láctea, seguro que interesa... Ya estaba harto de pasear un peso muerto. Cargaba desde mi casa con él y no sabía el motivo, lo había comprado unos días antes en Logroño en una librería de libros viejos a precio de saldo. “El libro de las estrellas” ha sido la llave que ha abierto sus puertas.
Entre otros pocos afortunados, yo hoy había sido el elegido; y entre estos, el predilecto; a cambio de un mamotreto me ha contado mil historias, cientos de recetas, una poesía hermosa, un placer compartido, un instante de encuentro. Me he dado cuenta de que las doce de la noche es la hora perfecta para estar despierto, también siendo un peregrino que mañana madrugue. Bien valdrá la pena, si fuera por esto, soportar legañas, somnolencia y bostezos. Del peregrino una parte ineludible, abandonada por las prisas, por el miedo a la jornada siguiente, por lo que fuera. Quien desprecia las tertulias nocturnas desaprovecha más de la mitad de la experiencia .
¡Cuántas puertas puede abrirnos un libro! Tomo nota y llevaré siempre uno, es una buena estrategia.
ResponderEliminarHola peregrino ya veo que has transnochado.
ResponderEliminarTodo es una experiencia por la Vía Lactea.
Felices sueños
Risoabrazos