Desatinos... Peregrinos... ¿De verdad sería yo uno de esos buscadores a los que hizo alusión aquella monja del albergue de León? Un buscador de mi interior, ¿un aventurero expeditivo surcando ese mundo extraño desde sus entrañas? Mes y medio de amancebamiento me había devuelto completamente a la normalidad, ya no me quedaban argumentos para poder considerarme tal; un olvido letal de necesidad. Aterrizaje imperfecto en la cotidianeidad, aferrado de nuevo a la inutilidad mía y de los demás; tantos cuidados para ser un descuidado más. Aquí suena mal todo lo que no jadee a la carrera, jaleando a gritos la competición y la competitividad... Pero yo seguía contemplando, cada día, puntual, a las nueve de la mañana a la gente pasar desde la ventana del bar. Ellos tenían excusa, yo ninguna justificación.
Un dieciocho de junio había sido el culpable del desenlace fatal; no lo deseaba pero... ¿Qué le iba a haber hecho yo? Por no haber sido capaz de cumplir con las expectativas fundamentadas, había sido el quince de junio el día que yo había escogido para haberlo acabado pero... Me había adelantado y por eso todo se había estancado. Me estoy dando cuenta de que apenas lo estaría comenzado aquel doce de junio que había llegado, a tiempo, a Santiago... Allí mismo, en esa misma plaza, junto la fuente en la que estaban entrevistando a Aarón, lo había dejado todo empantanado. Peros.
A saber dónde estaría. ¿Qué estaría haciendo?, ¿qué sería de él? Compañero, como yo mismo pasajero viajero. Ahora estamos, estábamos ambos entonces...; mañana sabe Dios dónde pastaremos. Animales de costumbres... ¿Seguro que nos encontraríamos de nuevo? No cabía duda de que mantendríamos el contacto. Yo no era capaz de creerlo porque esa misma sentencia ya había sido derogada por incumplimiento caduco en demasiadas ocasiones antes. Ya me había ocurrido, estos caminos nos hacían distintos, una vez abandonado; los distintos se uniforman en esa masa informe y todos volveríamos a ser los mismos; los mismos...
No sé si habría sido necesario caminar hasta tan lejos para poder coincidir con ellos, con él en concreto. Nunca más nos veríamos... Me dio tanta pena cuando Aarón, encabezando al resto de compañeros, se fueron diluyendo en la bruma de la rutina aburrida que yo ya estaba presintiendo. En unas horas habrían dejado de serlo. Ser lo que fuera que fuimos; compañía, amigos, conocidos, caminantes, peregrinos... Para ser personas de carne y hueso con grandes ambiciones, con menos ampollas, este tipo de gente que yo había conocido creo que sobra.
Siento una sensación extraña... Viendo estas imágenes reanudo, en mi sofá sentado, nudos que aún no había soltado; y se vuelve a formar un barullo con los líos que se habían ido formando después, mientras tanto. Recordando aquel viaje que había comenzado un dieciséis de mayo; o el quince, antes de haber llegado, si también cuento con ello. O puede que todo empezara cuando se me iluminó aquella idea en las luces de aquel camión de bomberos.... Posiblemente todo esto debió de haber comenzado un veintiuno de marzo de haría más de cuarenta años. ¿Quién sabe? Tal vez muchísimo antes; cuando aún no tuviera conciencia, ni inconsciente que me maltratara..., ni cuerpo que transportara a ambos. ¿Quién iba a imaginar por entonces que fuera a ser yo quien fuera a ver a Santiago entre Mayo y Junio de un año cualquiera del siglo veintitantos?
Un dieciocho de junio había sido el culpable del desenlace fatal; no lo deseaba pero... ¿Qué le iba a haber hecho yo? Por no haber sido capaz de cumplir con las expectativas fundamentadas, había sido el quince de junio el día que yo había escogido para haberlo acabado pero... Me había adelantado y por eso todo se había estancado. Me estoy dando cuenta de que apenas lo estaría comenzado aquel doce de junio que había llegado, a tiempo, a Santiago... Allí mismo, en esa misma plaza, junto la fuente en la que estaban entrevistando a Aarón, lo había dejado todo empantanado. Peros.
A saber dónde estaría. ¿Qué estaría haciendo?, ¿qué sería de él? Compañero, como yo mismo pasajero viajero. Ahora estamos, estábamos ambos entonces...; mañana sabe Dios dónde pastaremos. Animales de costumbres... ¿Seguro que nos encontraríamos de nuevo? No cabía duda de que mantendríamos el contacto. Yo no era capaz de creerlo porque esa misma sentencia ya había sido derogada por incumplimiento caduco en demasiadas ocasiones antes. Ya me había ocurrido, estos caminos nos hacían distintos, una vez abandonado; los distintos se uniforman en esa masa informe y todos volveríamos a ser los mismos; los mismos...
No sé si habría sido necesario caminar hasta tan lejos para poder coincidir con ellos, con él en concreto. Nunca más nos veríamos... Me dio tanta pena cuando Aarón, encabezando al resto de compañeros, se fueron diluyendo en la bruma de la rutina aburrida que yo ya estaba presintiendo. En unas horas habrían dejado de serlo. Ser lo que fuera que fuimos; compañía, amigos, conocidos, caminantes, peregrinos... Para ser personas de carne y hueso con grandes ambiciones, con menos ampollas, este tipo de gente que yo había conocido creo que sobra.
Siento una sensación extraña... Viendo estas imágenes reanudo, en mi sofá sentado, nudos que aún no había soltado; y se vuelve a formar un barullo con los líos que se habían ido formando después, mientras tanto. Recordando aquel viaje que había comenzado un dieciséis de mayo; o el quince, antes de haber llegado, si también cuento con ello. O puede que todo empezara cuando se me iluminó aquella idea en las luces de aquel camión de bomberos.... Posiblemente todo esto debió de haber comenzado un veintiuno de marzo de haría más de cuarenta años. ¿Quién sabe? Tal vez muchísimo antes; cuando aún no tuviera conciencia, ni inconsciente que me maltratara..., ni cuerpo que transportara a ambos. ¿Quién iba a imaginar por entonces que fuera a ser yo quien fuera a ver a Santiago entre Mayo y Junio de un año cualquiera del siglo veintitantos?
Reflexiones y nostalgia....tal vez vuelvas a encontrarte con Aarón?
ResponderEliminarNos resta esperar....tras la ventana del Bar.
Abrazos!
la nostalgia a veces buena a veces MMMMMMMMMMM,cariños
ResponderEliminarQue pena la voz del poeta muerto
ResponderEliminares una lengua que se abstrae
de lo que puede crear
de todas
mis muertes ninguna ha sido suicidio
ni mi nacimiento
vivo en lo bello del dia
en lo sublime de la noche
y como dice Huidobro el poeta se levanta
y grita a la madre natura non serviam
El poeta crea
es una lengua
viva no imita
busca con inteligencia
y perseverancia
la originalidad
salir de esa sombra
que no es sino
el nicho de otro
esto es serio
en nuestras manos
poeticas esta
esa vertiente
que se hace
presente
desde el primer
suspiro del
lenguaje
No concuerdo
con tus metaforas
suicidas
mueren
sin ser capaces
de brotar
en su propia vida
Saludos