Dicen que el tiempo va poniendo a cada cual en su lugar, mi corazón ya no ha sido capaz de postergar más la demora que mis argumentaciones habían ido imponiendo a su palpitar... Quizás esto también estuviera previsto, no lo sé... Tarde o temprano tendría que acontecer. No hay otro instante, por lo tanto; como siempre habito en el momento oportuno, en su fondo perfecto. Por eso, claro que tengo tiempo. Como el reloj de mi vecino, el mismo del que yo ya me he desprendido y que también repartía en veinticuatro horas cada día; como el calendario que ya no uso y que me ofrecía siete días cada semana, y cincuenta y dos semanas al año distribuidas en doce meses casi exactos.
Consumado y reiterado el fracaso, compendio de otros muchos a los que les había ido dando la espalda. Al último le he mirado de frente; porque me he dado cuenta de que no había sido el mayor problema no haber triunfado, sino no haberlo hecho por no haber aceptado que se triunfa, justamente, fracasando. Un paso adelante que no sé como hay que darlo, pero que lo estoy acatando como tropiezo deseado y necesario; esta vez no me quedo sentado ajusticiando a otros torpes avezados. Consumido mi tiempo pasado, precioso pero despreciado, ya no me lamento por ello; ya derroché mil oportunidades, ya no me debatiré más entre lo oportuno y lo que no fuera a ser propicio. Haré, estoy haciendo, una tontería de aquellas que aseguraba mi familia que no debían hacerse; porque no me aportarían un beneficio pingüe, no al menos como era debido... Instantáneo y en moneda contante y sonante. Sin ideas preconcebidas, porque ya he destrozado todas mis expectativas; se están rebelando las facultades, acomplejadas todo este tiempo por tantos prejuicios, tabúes y miedos; facultades en potencia que, sin guiones ni artificios, se están revelando precisas. Un instante, éste y no otro...
Este en el que estoy cerrando la puerta de mi casa, no sé si hacerlo con llave o dejarla de par en par abierta. Las últimas preocupaciones de las que no he sabido librarme. He desconectado la toma de electricidad general, y acabo de cortar el flujo de agua de mi tubería particular. El último reducto que queda de esa vida anquilosada anclada a creencias absurdas de creyentes impertinentes que no supieron decir no. El último del que tengo conciencia; otro paso importante, tras haber cargado de nuevo con la misma mochila, con una mochila diferente; con un recipiente que signifique la libertad permanente. Cuando mi entorno, cuando todas las circunstancias que me impedían actuar con espontaneidad se hayan dado cuenta... Las consecuencias nefastas que habrían aducido para convencerme de que no podría marchar habrán llegado tarde. Yo ya estaré muy lejos, para entonces. Ya lo estoy por supuesto desde aquel día de finales de agosto, hace tanto tiempo, hace tan poco..., que decidí no resisitirme a lo que el destino o el azar ya habría decidido por mí...
Consumado y reiterado el fracaso, compendio de otros muchos a los que les había ido dando la espalda. Al último le he mirado de frente; porque me he dado cuenta de que no había sido el mayor problema no haber triunfado, sino no haberlo hecho por no haber aceptado que se triunfa, justamente, fracasando. Un paso adelante que no sé como hay que darlo, pero que lo estoy acatando como tropiezo deseado y necesario; esta vez no me quedo sentado ajusticiando a otros torpes avezados. Consumido mi tiempo pasado, precioso pero despreciado, ya no me lamento por ello; ya derroché mil oportunidades, ya no me debatiré más entre lo oportuno y lo que no fuera a ser propicio. Haré, estoy haciendo, una tontería de aquellas que aseguraba mi familia que no debían hacerse; porque no me aportarían un beneficio pingüe, no al menos como era debido... Instantáneo y en moneda contante y sonante. Sin ideas preconcebidas, porque ya he destrozado todas mis expectativas; se están rebelando las facultades, acomplejadas todo este tiempo por tantos prejuicios, tabúes y miedos; facultades en potencia que, sin guiones ni artificios, se están revelando precisas. Un instante, éste y no otro...
Este en el que estoy cerrando la puerta de mi casa, no sé si hacerlo con llave o dejarla de par en par abierta. Las últimas preocupaciones de las que no he sabido librarme. He desconectado la toma de electricidad general, y acabo de cortar el flujo de agua de mi tubería particular. El último reducto que queda de esa vida anquilosada anclada a creencias absurdas de creyentes impertinentes que no supieron decir no. El último del que tengo conciencia; otro paso importante, tras haber cargado de nuevo con la misma mochila, con una mochila diferente; con un recipiente que signifique la libertad permanente. Cuando mi entorno, cuando todas las circunstancias que me impedían actuar con espontaneidad se hayan dado cuenta... Las consecuencias nefastas que habrían aducido para convencerme de que no podría marchar habrán llegado tarde. Yo ya estaré muy lejos, para entonces. Ya lo estoy por supuesto desde aquel día de finales de agosto, hace tanto tiempo, hace tan poco..., que decidí no resisitirme a lo que el destino o el azar ya habría decidido por mí...
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