martes, 16 de marzo de 2010

KILOMETRO VEINTICINCO (Vigésimo séptima etapa)

Estaba allí por casualidad..., aunque me había invitado a continuar. Ella no lo habría tenido en cuenta si no hubiera querido esperar. No le quedaba más remedio que entrar, tenía que orinar. Porque no tenía prisa ya, y por seguir conversando también; por lo que fuera que aquello fuera a generar me había parado allí.

Habíamos compartido habitación, en un albergue precioso. Un rincón encerrado, como si fuera un palomar aislado, situado al final de un recinto acotado por una barandilla de madera, tallada a la sazón para no desentonar en el conjunto rústico... Desde allí arriba unos pocos dominábamos otro espacio más amplio, sobre el que estaba situada nuestra atalaya; componía una estructura curiosa, construida a distintas alturas. Anoche, a mi pesar, cerramos la puerta al acostarnos, la promotora había sido justamente esa señora con la que estaba caminando; para mi gusto, un pelín desconfiada... Por respeto había aceptado sin alegar nada en contra de su propuesta. He de reconocerlo, al amanecer le ha dado las gracias a haberle hecho caso...

Cuatro paredes, unas cuantas mesas y sus sillas, libros en una estantería. Una televisión de plasma en la que estaban reproduciendo reflexiones acompañadas de imágenes del Camino, al son de melodías afines, de Enya, Bob Dylan y compañía.... Una sorpresa, un sitio, por tan sencillo, hermoso. Un bar de carretera, nada especial en apariencia. Un oasis poco frecuentado, he dejado atrás unos cuantos antros, con mucho menos encanto, repletos. Extranjero al final de una senda que ya había hecho mía; nada parecía ya lo mismo entre tantos peregrinos ajenos... Demasiado jaleo, para disfrutar en silencio, incluso de las adversidades. Los albergues gallegos tampoco ofrecían argumentos... tan impersonales, y con hospitaleros tan funcionales... tan correctos, tan distantes; amables por contrato en los albergues más baratos. No quiero echarle la culpa a la infraestructura, seguramente fuera yo mismo; hasta ese rincón, a 25 kilómetros de Santiago, casi al final, casi en el destino, no había desaparecido aquella sensación, aunque soportable, incómoda. Desde ayer, me estaba sintiendo un tipo raro fuera de lugar, fuera de tiempo.

Ya ni siquiera ese par de vándalos me parecían tan fieros. Unos pobres chicos sin motivos, por una borrachera que había destapado su Caja de Pandora; todos sus complejos al descubierto. Se sentían unos incomprendidos, aunque hubieran sido responsables de todo lo acontecido... Uno de ellos, el más bandido, el más agresivo, el pobrecillo..., no era capaz de asumir las consecuencias de sus actos, cuando menos cuestionables. Esta mañana nos habíamos despertado con la primera bronca de la que he sido testigo, la primera falta de respeto en mi presencia...

Todos aquellos ruidos, los rugidos de las literas arañando el suelo de madera, las carcajadas ostentosas de sus borracheras; el hedor a vomitona... La barandilla que a mí me había servido de balcón... Ellos, a las tres de la mañana, la habían utilizado como lanzadera para su manguera. Los muy cerdos se habían meado en la mochila de aquel peregrino francés que les estaba echando la bronca. Yo que creía que aquel par de borrachos eran peregrinos nuevos, me habían proporcionado las razones para meterme contra tantos novatos indispuestos... Pero ellos venían desde Roncesvalles, otra vez tendría que meterme mis juicios de valor por donde me cupiera. Estaba claro, de poco les había servido la caminata, y sus dificultades.

Los bronquistas, aparentando caras de buenos, leyendo poesías que no comprendían; o, que al menos, no ponían en práctica... Estaban allí también, sentados, reconociéndolo sin reconocerlo; lo habían hecho ellos, se arrepentían pero... ¿Por qué solemos intentar justificar nuestros malos comportamientos con tantos peros injustos...? ¡Pobrecillos, si ellos no tenían la culpa!

1 comentario:

  1. No te puedo creer....se emborrachan camino a Compostela? y el espíritu misionero? y el silencio monástico?... y las reflexiones cartujianas.... donde quedo todo? tirado por la barandilla....

    Ay peregrino tapizado de desdichas está el camino....espero que se llegue a destino!!

    Sigo contigo.

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