jueves, 18 de noviembre de 2010

León – Buiza (x) (Veintidos de Septiembre)

De momento, le tenemos que olvidar por nuestro bien; no sé si también por el suyo. Deshaciendo nudos imaginados, rehaciendo planes erróneamente enfocados; proyectando en un futuro lejano que reduce a misión imposible hacer proyecto alguno. Por aquí solamente es útil la respuesta improvisada, es fundamental aprender a adherirse al terreno encrespado apenas surgida la duda; ¿tiramos hacia la derecha o hacia la izquierda? Todo derecho, ¿acaso no ves la flecha? Flechas amarillas, mejor perfiladas incluso, claras y meridianas, colocadas por no sé que asociación que guarda como oro en paño su vocación por cuidar a los pocos peregrinos que nos atrevemos a dar un paso por estas tierra tan poco transitadas... Para no dejarnos tirados en cualquier rincón de estas pendientes tan complicadas, ya toque en subida o en descenso; no es sencilla la tarea de bajar estas cuestas, con mochilas tan pesadas.

Camino del Salvador, hacia el Camino Primitivo; recién estrenado y ya apenas logro recordarlo... Aquel Camino Francés, apenas abandonado. Aunque me esfuerzo no lo consigo, lo que hasta ayer era todo queda tan lejos; ya no es nada sino un leve sueño... Ni siquiera hace medio día, aún no han sumado doce horas de este casi iniciado entuerto; casi no ha comenzado y ya estamos convencidos de que había merecido la pena el cambio.Distintas caras, grandes historias de personas simples; apenas hablan, pero con los ojos nos lo dicen todo; muchos ojos hundidos en sus cuencas enmarcados por las arrugas del clima y del tiempo nos dan la bienvenida y nos desean buena suerte, buen camino; se nota que no es protocolo baldío... Gente diferente, alegrías sin dramas, ¿una vida plana?, quizás más llana; simpleza que manifiesta calma.

Han ido desapareciendo las almas atormentadas, se han ido transformando a cada paso que hemos ido dando en espíritus libres aferrados a los yugos de sus vacas. Hasta hace nada, los otros, por engañar al peregrino que pasara, se dejaban la vida; desde esta mañana, por darnos su aliento se ha desvivido cada nuevo labriego con el que hemos cruzado miradas. Son de pocas palabras, pero no hace falta que digan nada. Parece otro mundo, como si en León hubiésemos atravesado el túnel del tiempo, pintando de blanco y negro el calendario; a veces dudo si no nos habríamos metido en alguna cueva de la que sus moradores jamás habuieran salido; claro que hasta aquí había llegado la civilización, pero lo había hecho atenuada. En estos valles se conserva ese aroma que me devuelve ambientes que creía ya inexistentes; el de aquellos veranos pasados en el pueblo, entre los bueyes, gallinas y montones de cereal recién trillado, lanzados al cielo para que el viento separara el grano de la paja. Hace ya casi treinta años.

Definitivamente, esto no tiene nada que ver con lo que hemos dejado. Aquí las reacciones acomplejadas no tienen ningún sentido; ni las prisas, cometido... Hemos tenido tiempo y espacio para analizar las etapas superadas; rota y recompuesta, una y mil veces, cada una de las experiencias experimentadas, las vividas por separado, las acontecidas desde que fuéramos grupo; estamos de acuerdo en el veredicto, Joan y yo hemos dictado sentencia: sin duda, había merecido la pena el cambio. Porque había demasiada gente, aun siendo en la zona menos transitada. Si habíamos encontrado aglomeraciones y problemas de alojamiento en la cruda Castilla, ¿qué nos habríamos encontrado a partir de O'Cebreiro? Debía de estar imposible el tránsito por Galicia. Está claro que por esta ruta nos ahorraremos empujones y empellones, al menos hasta Meride; Joan hasta Oviedo, que allí se queda. Y desde Meride hasta Santiago no me quedarán más que dos saltos, dos jornadas, más bien jornada y media. Una noche en la que quizás tenga problemas para encontrar una litera, en los barracones de Monte do Gozo seguro que hay plazas de sobra.

Allá por octubre, allá en el horizonte, allá tan lejos... Hasta entonces paz y vacas, praderas de hierba fresca y montes, aroma a mierda inoculado en vena a través de nuestras fosas nasales desatascadas y huecas. Doce horas después de habernos adentrado en este apartado pestilente, sin el olor a estiercol, no sería este viaje la misma cosa. Este Camino de Salvador huele a gloria.

martes, 16 de noviembre de 2010

León – Buiza (ix) (Veintidos de Septiembre)

El gol que me marque cada paso, al abismo no dar abasto; quiero seguir dando zancos de sorpresa en sorpresa, de latigazo en latigazo, de púlpito a púlpito, palpitando sin mandos. Sin querer decirnos nada nos lo había dicho todo, mirando hacia todos los lados, desviando de nuestras miradas sus ojos, de una a otra botando, otorgando sendos votos a nuestras muecas inquisidoras... Le observábamos devotos, casi sumisos, por si arrodillar nuestra ira a sus pies fuese a hacerle cambiar de opinión. Nos estaba diciendo, sin articular palabra, que se quedaba, que le habría gustado no tener que hacerlo, que seguro que habría sido una experiencia impresionante, que... Que no tenía más remedio, porque si no lo hiciera se arrepentiría toda la vida; y ya no estaba para andar perdiendo el tiempo porque demasiado había derrochado bebido, bebiendo. Quería emborracharse una última vez de algo que no fuera alcohol.

Eso lo digo yo; porque no sé si sería amor, creo que Joan tampoco confiaba en la relación que a Philip le traía de cabeza, enamorado como un colegial. Seguramente, además, no se encontraría con ella, sería como encontrar una aguja en un pajar; ¿eso es lo que queríamos que fuese quizás? Nosotros a él le habíamos encontrado, yo a ellos también unas jornadas antes... No sé lo que es, no sé lo que será, no sé lo que quiero que sea... No sé, y por eso no he querido decir nada más en voz alta, para no influir; por si acaso me equivocara en mi forma de apreciar esta situación singular. Como siempre, que pase lo que tenga que pasar. Si no la encuentra dice Philip que nos seguirá.

lunes, 15 de noviembre de 2010

León – Buiza (viii) (Veintidos de Septiembre)

Como Joan y Philip, que yo ya no sería capaz de concebirlos si no fuera a la par; me gustaría tanto que la realidad no me quitase la razón; pero lo real es más cabezón que mi fusión, tal vez confusión... Me gustaría que siguiesen caminando conmigo ambos, pero no puede ser, y no sé por qué creo que no lo será más. Ojala, aunque al bohemio francés no le sentase bien que lo de Ana le saliera mal; y no es que quiera entrometerme en sus líos de faldas; es que, por lo menos hasta Oviedo, me apetecería que continuaran a mi vera los dos, y yo con ellos, de veras, también. Sería un gran punto y final para esta etapa, aunque a mí me falten muchas más, punto y seguido; pero más allá no quiero pensar. ¡Dios mío!, pero si apenas acabo de comenzar; hace nada, esta mañana, dejábamos León... Por esta senda de cabras, cuesta arriba, cuesta abajo, entre matorrales y bosques variados; Oviedo, Lugo, conexión en Melide con el Camino Francés de nuevo, Santiago, que pasaré de pasada sin intención de visitarla, y allí, al final del mundo conocido no hace tanto, apenas unos pocos siglos, tres o cuatro; ¿o son cinco? Es lo mismo, allí, al principio de un nuevo continente, apenas recién conocido, Finisterre. Me acostumbré en el viaje pasado, no sé, por qué, ni cómo, a llamarle Fisterra que, también en gallego, significa el fin de la tierra...

Y en cuanto llegue allí, aún quedará darse la vuelta. ¡Qué pereza! Mejor si no lo pienso, porque si lo hago me agoto; seguiré con otros enredos menos perezosos, con otros asuntos más triviales; aunque sean para Philip mucho más importantes. Philip, que justamente se ha quedado en tierra, en otras tierras al menos; en tierras de los amoríos remotos, en un territorio que dicen hermoso, pero también cenagal tenebroso; desearía que saliese de ese trance con su recién encontrado porte honroso, sin estocadas que le arrancasen las entrañadas rescatadas... Se lo merece, eso y todo. Aunque su pasión haya roto la mía, y hoy siga echándole su pulso a Cupido sin batirse en retira, avanzado hacia lo que su corazón ya ha decidido...Tras encontrárnoslo ayer en el albergue de las Carbajalas había dado por supuesto que había sido una decepción su reencuentro con Ana; pero no se había producido ni una ni otro; ni decepción ni reencuentro, con su amada por supuesto.- Con nosotros ha funcionado el azar en sentido contrario, primero reencuentro bullicioso y después decepción apenada... Así son las cosas, pocas veces llueve a gusto de todos. Por suerte, y de momento en este intento, las tormentas están de mi lado... Evitando una y tantas. Mejor si lloviera mañana, que mañana ya pediré otro tanto.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

León – Buiza (vii) (Veintidos de Septiembre)

No más finales cantados, amordazados por tantos desencantos urgentes que no habría querido ver; mejor había sido hacer como que no fue, pero ya no será; ejecutaré, miraré, seré. Daré más pasos, todos los que haga falta, porque que sean todos ellos importantes; pasos necesarios, pero sin correr... ¿Tal vez innecesarios? Realmente, creo que habría llegado antes si no me hubiese apresurado tanto... Tanto que quise acaparar, tan poco que he avanzado; fue lo que tenía que ser, por no ser yo y dejarme llevar por las prisas de los demás... Dudas por decisiones no tomadas a tiempo... ¿Tiempo? Que elemento tan incierto, sin él, el espacio se queda tuerto; no sé si tendría fundamento este último sin un calendario que le contara sus chismes y entuertos. Momentos que ya han pasado, y que bien situados están en aquel pretérito ajado... Momentos que no serían tan malos, si me sirvieran para haber aprendido algo. Momentos, un montón de huellas impresas en la eternidad y que me están enseñando que daría igual lo que hiciera, que el destino está ya marcado en el cielo y que un montón de estrellas perfilan en mi paladar mi Vía Láctea particular; lo que hay que hacer con la vida es saborearla y poco más. Al fin y al cabo todos los caminos llevan a Roma, y me parece que con Santiago ocurre igual; y no sé si no atreverme a aseverar que Roma y Santiago no se diferencian en nada; en el fondo son lo primos hermanos, hijos gemelos del mismo Señor.

domingo, 7 de noviembre de 2010

León – Buiza (vi) (Veintidos de Septiembre)

Esquemas férreos; voluntarios, en apariencia no eran forzados, me apetecía respetar las reglas de mis ancestros. De verdad que lo creía, era lo normal; lo natural, lo que había que hacer, aunque me sintiera mal tirando a la basura, uno tras otro, otro día más... Había que obedecer y eso me sentaba bien; había que ser obediente pero... ¿Por qué me sentía tan mal? Hasta que dejé de triunfar, todo era fenomenal; hasta que mi flecha particular, pintada de rosa color, me marcaba lo que debía hacer... Deber maquillado de sugerencia, de buenas intenciones... Deber que en su panza escondía un montón de cuidados, miles de miedos, miedo por todo, miedo por nada; miedos integrados, pánico consagrado... Terror a tener anhelos propios, pavor que se han ido transformando en hogueras que me queman.

Hasta que se murió la teta que amamantó el estancamiento, flujo supuesto; en su perfume, oculto el veneno fiero. ¿A quién le quiero engañar? ¿Por qué me deje estafar? ¿Por qué no me rebelé? ¿Por qué no me aventuré...? Ni siquiera entonces, cuando cada aplauso complacido por mi buen hacer era vitoreado por otros tres, cuatro y muchos más; entonces tampoco lo supe celebrar; no era feliz con tanta supuesta felicidad que exhibían mis seres queridos alrededor... Me lo quise creer, pero lo volvía a creer por no decepcionar las expectativas de los demás. Tampoco había decidido yo cuando y por qué me habría de alegrar y entristecer; no había escogido yo el valor de mi satisfacción. La satisfacción, de hecho, era un raro ejemplar; ejemplo y excepción de lo que no era habitual que habitara en mi hogar. Algo dentro de mí, tras mil halagos sinceros, exigía un aplauso más... Monstruo voraz que no deja respirar, que me robaba el aliento dejando en menos de la mitad, la capacidad de mi cavidad abdominal; los músculos tensos como rocas robando la flexibilidad que requiere respirar sin ansiedad.

Deseos frustrados por el afán de callar, de hablar dando la razón a los demás... ¿Deseos? Aquellos no eran mis deseos, de verdad... Deseos de morir o matar, matar al fracasado triunfal, por no ser capaz de disfrutar lo que todos alrededor decían que estaba fenomenal.... Yo quería mucho más... ¿Yo o él? Yo o él, y digo bien... Yo y él, los mismos... ¿Él y yo, por educación y cortesía? Él y yo, yo o él, cara y cruz de la misma moneda, crucificada en una cruz sobrevalorada, de escaso valor. El uno y su enemigo, en el espejo invisible el reflejo que no me permití mirar; de la simplicidad todos los complejos que me quisieron rematar; el retroceso, el avance que jamás pude apreciar.... Una cruz sin valor, que por fin empiezo a entender, a valorar, a amar; el cruce de dos caminos, las encrucijadas que despreciaba; el laberinto necesario de las relaciones en las que no me sabía comunicar... Ese amigo que estoy encontrando gracias a unos cuantos colegas que me están mostrando, a través de sus caminos, el mío de verdad, recorrido sobre la senda que mucho antes de que Santiago hiciera historia ya habían pateado muchos otros seres humanos, como yo pobres hombres, a punto de claudicar... Joan, ahora; Philip, poco antes; Fernando, Denis, Aarón, Ceci, Eny, aquellos amigos amantes; Miriam, Mónica y otros cuantos que hasta hace nada abrigaba con mi menosprecio disfrazado de entendimiento rancio. Esquemas férreos descerrajados por una serie de personas que creo que saben amar... Y ahora, creo de verdad, que lo creo sin rastro de mezquindad.... De todas las formas, para darme o quitar razón, tendremos que esperar al final... Un final, que por suerte o desgracia, presumo que no acontecerá. ¡Menos mal!

viernes, 5 de noviembre de 2010

León – Buiza (v) (Veintidos de Septiembre)

Hasta ahora, no sé si me había percatado de la situación... Ni un instante había sido capaz, y por fin me doy cuenta del error fatal; una tras otra, la misma equivocación... Ni siquiera un rato había logrado dejar de darle vueltas a la posibilidad; uno, dos, tres... miles de veces cada segundo, con una frecuencia feroz; hasta llegar a León, incluso esta mañana, al partir, cuando se ha descolgado definitivamente de la aventura Philip. Acabo de rendirme yo, de lo que él, por haberlo hecho antes, ya se redimió; ya se ha redimido, tendré que aprender la lección. Ahora, hasta este momento, tras la última dificultad, no había sido capaz, menuda capacidad menuda que albergo en mi regazo; en mi regazo debo de tener un tapón.

Un Camino recorrido, desde el principio hasta el final, setecientos cincuenta kilómetros, con algún que otro desvío del guión establecido, posiblemente más; y otro, avanzado de sobra, aunque cuando eche cuentas tan solo añada menguas, sumémosle trescientos, más de mil kilómetros de ampollas. En todo este tiempo, un mes y medio dirección a Santiago de Compostela; más de cuarenta años sin sentido, en direcciones reversas... No había podido dejar de preguntarme por qué no, por qué sí, por qué no, por qué sí... Aferrado a esa margarita, en apariencia inocente, en realidad perversa, que fue transmutando, paso a paso, muy despacio, en un ejercicio de alquimia excelsa, cada uno de sus pétalos blancos, de flor simple y hermosa, en balas acomplejadas jugando a la ruleta rusa en su revolver de repetición... Respondiese lo que respondiese, sabía que me equivocaría, a mí me habría de tocar en cada ocasión la bala negra que me fuera a matar...

La conciencia, de epíteto avieso; muy mala, en esencia, aunque me la vendieran como mercancía exquisita; mi mala conciencia me había confundido tan a menudo. Seguramente, ni esta consideración sea cierta, lo que creía atención atenta no era más que obsesión que rendía beneficios pingües a mi incapacidad para afrontar decisiones y los más que seguros errores. Por fin lo tengo claro, o eso creo; a ver cuanto dura mi seguridad intensa: lo que no había era ni una pizca de reflexión, ni un poquito compasión, nada de amor hacia lo que hiciera, quizás porque no había osado nunca hacer, yo. Otro punto de inflexión, como aquel primero, al que me había amarrado, al comenzar la función; funcionando en continua repetición, constante la reiteración, punto a punto, sin flexión... Puntos suspensivos...¿Por qué no?, puntos suspensivos que no sabía, ni todavía sé, soportar...

Puntos suspensivos, ¿más de tres?, ¿cuántos tendrían que ser? Tantos no, puntos suspensos, suspendidos de un hilo frágil que antes de que se rompiera por el mal uso había roto yo por el abuso; el suspense nunca me ha venido bien, yo quería saber, tener todo bien atado y controlado... Sin tener claro que fuese a ganar, mejor no apostaba yo. Yo, yo y yo, yoyo, como ese juguete juguetón, ida y vuelta, viene y va; y vuelve a ir y a retornar, en esos enredos mentales era un experto cabezota, entre el montón de aficionados de mi alrededor. No lo has hecho bien; huellas en el barro porque ha estado lloviendo sobre mojado, un niño perfecto, obediente por defecto, respetuoso y temeroso por real decreto de la autoridad competente... Un crío tan repelente todo lo hace requetebien... ¿Llegar al próximo albergue, tras un día entero de caminata, con el pantalón pringado? ¡Ni se te ocurra! No, por favor. ¿Caminar por sendas desconocidas, sin ayuda, sin barandillas? ¡Ni se te ocurra! O te castigo sin televisión. ¿Avanzar sin dirección, dejándose llevar por la intuición, hacia un lugar que ni siquiera sea lugar? ¡Castigado sin posible absolución!

Ya sé que esto no es la primera vez que lo digo, y que no será la última; lo siento Joan, pero es que hoy a ti te toca. Es mi obsesión permanente, punto en boca, aún sin punto y a parte, punto y seguido, asistido por una coma, que separa el espacio adverso que me alejara de mí mismo. Un tío divertido, un tipo cercano, que me ha abierto las manos, que me ha despejado la oreja, que me ha escuchado hablando... Que me está enseñando que no hay camino, más que el que se ha recorrido sobre las propias huellas. Que en la vida, día a día, no sirven de mucho las teorías. No me arrepiento de haberme roto los esquemas.
Creative Commons License
Hacedor de Sueños by Daniel Calvo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.