lunes, 26 de abril de 2010

EL RETORNO (Finales de agosto)

El tiempo pasa rápido. Un mes entero desde la emisión de aquel programa que habían grabado el mismo día en que habíamos llegado a Santiago... Y que había agravado mi estado de desagrado al verlo en televisión. Las personas con las que había compartido alegrías y dolores, los lugares por los que yo había pasado antes. Enfrentado a la incapacidad de afrontar una mirada que no quise mirar a tiempo, en busca de unas manos que, si pudiera ser, me aplaudiesen y meciesen; hacía ya casi tres meses de aquella jornada en la que yo me había dejado olvidados los reflejos en la Ciudad Xacobea por excelencia..., sobre el pedestal de piedra del Santo.

Por fin se han fundido los barrotes que amenazaban atrapar, si hiciera falta, conmigo, a la mismísima oscuridad... Porque ni la monotonía había logrado extinguir la llama que se encendiera cuando no lo esperaba ya. Aarón... ¿quién si no?, mostrando su devoción en aquella entrevista... Aún tengo su mirada clavada en la pantalla de mi televisor aquel sábado que, por no tener nada en que ocuparme, pasaba canales al azar para encontrar algo de que preocuparme de una vez. Me lo volvía a encontrar, como siempre, de repente, sin esperarlo, sin prepararlo, por casualidad... Y la casualidad va a volver a complicarme la existencia, quizás para simplificar.

Un mes más, o cuarenta y tantos días..., los que sean menester. Perdido por la maraña de circunstancias gallegas y castellanas, otra vez; en esta ocasión las tierras navarras tendrán que esperar, porque no me pillan de paso por donde pienso andar. No me pillan de paso, pero quien sabe, toda recta es susceptible de atravesarse sin avisar. Partiré dispuesto a rectificar en cada encrucijada mi forma de ver, respondiendo con espontaneidad a cada propuesta que los recovecos del camino quieran disponer; ratificando que se vive en movimiento y que si no... No hay credencial que valga, ni aun avalada por la firma del mismísimo Papa... su poseedor fue peregrino que caminando peregrinara, pero en tiempos de Maricastaña. No quiero ver apagarse mi fuego interior inventando historias falsas, cuan trovador pasado de rosca que narre batallas ajadas.

¿Que si estaré haciendo bien? ¿Y eso a quién le va a importar...? Por una vez estoy seguro de haber tomado la decisión correcta, no me arrepentiré. Muchas reflexiones reprimidas, un montón de frustraciones contritas, paridas por la falta de estima. El pensamiento obsesivo sobre el que se habían erigido las rejas... Estaban engrosando su densidad por instantes, pero la que ahora se agranda es la estancia y hasta acude de nuevo la luz a iluminarla. La cárcel que hace nada me atrapaba, me abre sus puertas para echarme; ya no quiere retenerme... Me invita a salir y no voy a desobedecerle... Para algo tendría que valerme haber sido un chico obediente.

2 comentarios:

  1. La vida siempre abre puertas nuevas, aunque en ocasiones creamos lo contrario...nos invita a transitar el camino otra vez...caminos cortos o largos, con subidas, bajadas y curvas,pero siempre nos espera!

    Abrazos Peregrino.

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  2. Karulkalara
    Y no siempre son premios, lo que se obtiene.
    pero bienvenido sea el reto.
    Un abrazo

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