martes, 28 de septiembre de 2010

Puente Villarente – León (iv) (Veinte de Septiembre)

Otra ampolla que se negaba a madurar, tan infantil como el adolescente que se resistía a dejarla marchar. ¿Por qué acontecerán estos accidentes con un patrón tan inexplicablemente plural? A casi todos los que caminamos nos toca, nos ha tocado, y nos tocará, pasar por este suplicio sin parangón. A casi todos, nada más; y algunos afortunados, bastantes, muchos, en más de una ocasión. Sin una receta singular, sin saber a que atenerse para evitarlo. ¿Por qué? Repito la pregunta otra vez, en menos de la mitad de tiempo, dos ampollas enormes martirizan, han martirizado, martirizarán, mis pies; con todas las pequeñitas, que apenas cuentan, hacen más de diez... Se estarán vengando los dioses de la bonanza que tuvieron conmigo ayer, antes de ayer, desde hace ya mil años, en el Camino aquel... De la bonanza perpetua que, sin ser agradecida por mí, me ha ido regalando la vida desde el primer día que... ¡Qué recuerdos! Lo he olvidado, pero... ¿Por qué? Para poder quejarme a gusto, como era costumbre en mi entorno, de la mala suerte, desgraciada y cruel, que me había tocado en el reparto celestial... ¡Aunque no fuera verdad!

Accidentes a granel, circunstancias que no sé cuándo, ni a sazón de qué, sazoné. Mª Angeles, un ángel custodio, mensajero infiel, se estaba destapando como algo más que una compañera ideal, y leal escudera, aun a su pesar. ¿Habría llegado para alentarme? ¿Para mostrarme la otra cara de la casualidad...? No estás solo en este mundo, y todo tiene un motivo, por algo tendrá que pasar; pero no necesariamente para traerte el mal, no se han confabulado todos los elementos del Universo para echarte de él, ni para tenerte atado toda una existencia al potro de tortura... Tengo que continuar, quiero seguir sin quejarme; aunque me duela la planta del pie. Ella no se había parado a pesar de todo su penar. Increíble, si estuviera en otro lugar, si no la hubiese acompañado en cada vomito el día aquel, no le habría creído... ¿Quién se iba a creer una fantasía así?

Pero esa rodillera ostentosa y su probada determinación, avalada con creces por su acción; nada más tendría que demostrar. No me permito dudar de su versión, no me ha saldido de dentro... ¿Quizás exagerase? ¡No tenía por qué! Dice que antes de hacer el Camino de Santiago, en un traspiés retorcido, se le había atascado la rodilla... Faltando diez o doce días para la aventura, el médico le había impuesto reposo y le había recetado una operación posterior, anterior a cualquier paseo sin bastón. Se había roto el menisco interior. Mi ampolla pasaba a ser una tontería de rango superior, y yo un tonto, preocupado por mis tonterías tontas, de los del montón; un tontorrón. Pero esto no era lo mejor, la rodillera la había comprado en el dos mil siete... ¿Que cómo podría ser? Había acabado aquel Camino, el primero de su colección, negándose a demorar lo que había planificado con tanta atención... Tan solo aceptó llevar algún tipo de protección... Este año, año dos mil nueve, está recorriéndolo por tercera vez... Y sin operación, y sin renunciar a la protección, aunque creo que más como símbolo o talismán, que por necesidad. ¿Que cómo lo consiguió? Misterios de este rincón del Mundo... ¡Vaya usted a saber!

No cabe explicación... El destino, el azar... La sal de la vida, del limón el amargo sabor que unos pocos paladean como si fuera bombón. La sonrisa perpetua en sus ojos, el gesto risueño en sus labios, la mirada siempre enfocada en el paso que aún no ha dado; la atención y diligencia en el que estuviera dando... No sé yo, pero me ha dado una gran lección.

3 comentarios:

  1. Bendito azar o destino que nos pone espejos en el camino. Sin ellos seríamos todos autistas.

    Gracias por ser el mío durante muchos días.

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  2. Hola he faltado a la cita algunos días causas mayores ,pero ahora me rengancho en el camino,saludos amigo.

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  3. Que es lo que realmente nos pone en esa encrucijada? jamás creí en el destino, no siquiera que el final esté marcado.
    El azar aparece continuamente aunque a veces incluso lo buscamos.

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