miércoles, 6 de octubre de 2010

Puente Villarente – León (viii) (Veinte de Septiembre)

Un escape de gas butano, había sido el responsable... ¿O sería el empujón necesario por ser un irresponsable? La vida, la mía, tenía que librarse, como fuera, de obstáculos sibilinos. Tantos alardes urgentes, tantas reacciones felinas, tantos bloqueos mestizos; por un lado quería una cosa, por otro no podía porque a otra le debía mi obediencia... Y, entre tanto, ahí atascado, viendo pasar el tiempo y crecer las telarañas en mis primaveras, en los otoños, veranos e inviernos... Estaciones de paso, que habían ido pasando de largo porque no sabía hacer nada sin la mano que había mecido la cuna, sin el dedo que había dirigido mis pasos, hacia el descalabro... Todo había funcionado mientras el dedo no había faltado, pero todo había estado a un paso del abismo si no hubiese sido por unos cuantos golpes de suerte parecidos.

Porque los bomberos no encontraron el foco, nada estaba estropeado; y porque todas las revisiones estaban en regla, ni una negligencia siquiera; porque todos los canales de escape estaban perfecta y, en apariencia, herméticamente cerrados... Un misterio, el primero del que fui consciente; el que fue descubriendo otros tantos de los que no me había percatado en su momento; el que ha ido abriendo paso a otros muchos que después han ido sorprendiéndome... Ya ni sorpresa siquiera, un hábito que no suelo confesar a menudo; me estoy acostumbrando a ciertos golpes de fortuna... Y yo me pregunto: ¿no estaré volviéndome un poco loco? Matías, qué casualidad haber encontrado aquí el nexo de unión con aquel montón de sensaciones que, si no fuese por ella, seguirían siendo olvido total; y tantos ingredientes más a la par. Joan; no, no será. No será otra asignatura pendiente por darle la espalda de nuevo al azar; la suspenda o la apruebe, pero esa aventura la pisarán mis pies.

Porque sé que si no se volverá a repetir la ocasión, y en vez de sugerencia alegre será bofetón sin compasión; y si no empujón feroz... Y si no... Y si no, tarde o temprano, la vida delegará en alguien peor... En esta ocasión libré, escuché; acepté el reto que se iluminó en mi cabeza mientras los bomberos no encontraban motivo ni razón... El motivo estaba en mi razón, tenía que caminar, para encontrar a Mª Angeles, para encontrarme a Manuel, y también a Philip y a todos los demás, para sufrir las ampollas, para todo esto y mucho más. Prefiero tener a la muerte como amiga, que no se tenga que enfadar; de compañera de viaje me sienta bien... Gracias por eso, a quien se las tenga que dar, quien se sienta aludido que recoja mi plegaria sin plegar. Gracias a quien no me permitió acomodarme en el regazo de aquel sopor... No sé que habría sido de mí, si no... Porque el gas, a pesar de todos los pesares, se había escapado y se escapó... Gracias por todo eso porque aún no quiero morir, Señor.

2 comentarios:

  1. Tienes mucho que andar todavía, muchos caminos que recorrer, muchas intuiciones que sentir, muchos amigos que conocer... No te pares, sigue adelante.
    Besos.

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  2. El camino es difícil.
    Las ampollas en los pies y en el alma.
    Desesperos, sobresaltos, soledad, encuentros.
    Según te voy siguiendo comprendo que yo, tal vez, no hubiera resistido.
    Un abrazo.
    Qué te voy a contar... paso a paso...

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