He completado un tercio del Camino; no me queda más que el doble de los metros que llevo hechos. Son medidas objetivas, como dejan bien claro las guías. Pienso..., mi tercio puede que sea un quinto para otro que vaya atrancado; en esa situación a mí también me parecería un mundo. O el sexto de cualquiera que tenga en cuenta otros parámetros más espartanos. Ya habrá recorrido todo, aquel a quien aquí se le acabe su historia; en Villafranca han muerto mis botas y en un contenedor de aquel lugar reposa su cadáver, a mis botas ya no les queda nada; su totalidad ya está ejecutada, misión realizada. El objeto es el objeto, el camino es de arena y piedras; yo que miro, él que se retuerce dolorido, alguno que avanza sin hacer aspaviento alguno; el sujeto es otra cosa, que por serlo... ¡A mí tampoco me sienta bien que me confundan con una cosa!. ¿Que cuánto me falta?, no tengo ni idea.
Otro día más de ronda, redondeando más conjeturas sin sentido mientras. Para no perder la razón, para entretener al corazón, para pasar de razonamientos y entuertos, para tomarle el pelo a tantos ratos en blanco. Porque ha continuado arrinconando nuestra marcha, y nosotros hemos tenido que celebrar sus ausencias contadas en silencio, para que no se despertara. Jugando al Juego de la Oca por los Montes del mismo nombre, nosotros contra nosotros mismos... La señora tormenta ha continuado haciendo de las suyas, a nuestra costa. Volvía a caminar acompañado, pero la compañía no me estaba acompañando; cada uno, ensimismado en sí mismo; ausentes, agotando los kilómetros a fuerza de paciencia frustrada; fingiendo una calma obligada. No sé por qué, ya nada era lo mismo; y no sé a que se debía el cambio. Menos mal que no nos había tocado la horca, ni la cárcel; ni cualquier otra condena que la conspiración de chaparrones sin fronteras parecía haber desencadenado... Contra todo aquel que se moviera, sobretodo si llevase una concha de peregrino prendida en cualquier lugar visible.
Al final me ha cazado, a menos de un cuarto de hora del objetivo; para colmo, no más de diez minutos... Han sido suficientes, estaba caliente el asunto en Villafría; ha sido un chapuzón intenso que me la debía de estar guardando todo este tiempo... ¡Maldita climatología!. He perdido la apuesta contra mi orgullo, creo que es lo que más me fastidia; apenas quedaba trecho, pero para todo existe una primera vez; esta claro, parece que tenía que suceder. Ellos ya se habían mojado en más de una ocasión, seguramente mucho más que hoy; cómo cambia el cuento, yo ayer no me mojé, ni antes de ayer, ni el día anterior. ¡A a ellos les ha jodido también!.
Y no joden menos los humos, y los polígonos industriales; y coches pitando por todas las partes las frustraciones de sus amos; me trae la memoria el recuerdo infusto de Pamplona y sus barrios limítrofes. El hospitalero de Grañón nos había advertido, algo que conocía de buena tinta; aseguraba haber recorrido el camino en varias ocasiones para darnos su mejor consejo. La llegada a Burgos era una trampa letal para cualquier peregrino agotado; y aunque estuviese despejado; los rayos, truenos y chaparrones a diestro y siniestro no mejoraban el diagnóstico. Además, no aportaba nada una última caminata al crecimiento espiritual o religioso, aunque fuera teatral. No lo hemos dudado, entre todos nos hemos encargado de ir reforzando el argumentario para convencernos, ¡si ya lo habían hecho peregrinos expertos!. Por segunda vez he levantado el pie, tan remiso que había sido cuando me lo habían propuesto mis amigos. Desde Villafría hasta Burgos se llega en bus.
Otro día más de ronda, redondeando más conjeturas sin sentido mientras. Para no perder la razón, para entretener al corazón, para pasar de razonamientos y entuertos, para tomarle el pelo a tantos ratos en blanco. Porque ha continuado arrinconando nuestra marcha, y nosotros hemos tenido que celebrar sus ausencias contadas en silencio, para que no se despertara. Jugando al Juego de la Oca por los Montes del mismo nombre, nosotros contra nosotros mismos... La señora tormenta ha continuado haciendo de las suyas, a nuestra costa. Volvía a caminar acompañado, pero la compañía no me estaba acompañando; cada uno, ensimismado en sí mismo; ausentes, agotando los kilómetros a fuerza de paciencia frustrada; fingiendo una calma obligada. No sé por qué, ya nada era lo mismo; y no sé a que se debía el cambio. Menos mal que no nos había tocado la horca, ni la cárcel; ni cualquier otra condena que la conspiración de chaparrones sin fronteras parecía haber desencadenado... Contra todo aquel que se moviera, sobretodo si llevase una concha de peregrino prendida en cualquier lugar visible.
Al final me ha cazado, a menos de un cuarto de hora del objetivo; para colmo, no más de diez minutos... Han sido suficientes, estaba caliente el asunto en Villafría; ha sido un chapuzón intenso que me la debía de estar guardando todo este tiempo... ¡Maldita climatología!. He perdido la apuesta contra mi orgullo, creo que es lo que más me fastidia; apenas quedaba trecho, pero para todo existe una primera vez; esta claro, parece que tenía que suceder. Ellos ya se habían mojado en más de una ocasión, seguramente mucho más que hoy; cómo cambia el cuento, yo ayer no me mojé, ni antes de ayer, ni el día anterior. ¡A a ellos les ha jodido también!.
Y no joden menos los humos, y los polígonos industriales; y coches pitando por todas las partes las frustraciones de sus amos; me trae la memoria el recuerdo infusto de Pamplona y sus barrios limítrofes. El hospitalero de Grañón nos había advertido, algo que conocía de buena tinta; aseguraba haber recorrido el camino en varias ocasiones para darnos su mejor consejo. La llegada a Burgos era una trampa letal para cualquier peregrino agotado; y aunque estuviese despejado; los rayos, truenos y chaparrones a diestro y siniestro no mejoraban el diagnóstico. Además, no aportaba nada una última caminata al crecimiento espiritual o religioso, aunque fuera teatral. No lo hemos dudado, entre todos nos hemos encargado de ir reforzando el argumentario para convencernos, ¡si ya lo habían hecho peregrinos expertos!. Por segunda vez he levantado el pie, tan remiso que había sido cuando me lo habían propuesto mis amigos. Desde Villafría hasta Burgos se llega en bus.
De oca en oca y tira porque te toca seguir caminando.
ResponderEliminarTe pillo el chapuzón,te esperaba.
A seguir con los pasos.
Risoabrazos. Mariajo
Bueno creo que ésto está empezando a tomar color, (las botas muertas) es una señal importante!
ResponderEliminarA seguir en el camino, como sea! a pesar del agua, bendita sea!