lunes, 1 de febrero de 2010

EN CASA (Séptima etapa)

Esta mañana me he levantado tarde, aunque aún no habían dado las siete. He notado escaparse el ritmo, me he sentido pesado. Me he acostumbrado a levantarme al menos una hora antes. He visto reflejado en el espejo un extranjero, extraño en un oasis prestado.

Extranjeros, foráneos de todos los lados; me exigen un esfuerzo constante si quiero enterarme de lo que dicen. Me suelo agarrar al eslogan más socorrido: “Do you speak english?”, de exquisita, aunque envarada, corrección gramatical, por supuesto; ellos contestan a esto: “yes, of course”, con gran soltura, y mucha naturalidad. Lo hablan a la perfección, al menos eso me parece a mí; yo apenas alcanzo a ejecutarlo sin compasión; en la extensión más literal de la palabra, perpetro contra él un asesinato vil. Y añado, por si acaso, una respuesta no solicitada que esgrimo como escudo, aviso para navegantes avispados: “yo, un little bit”.

Fórmula en la que encierro todos mis complejos, excusas no solicitadas para que ellos no tengan argumentos; para no confirmar que lo hago fatal. Anticipo el desastre, por si acaso; el antídoto, sin motivos, presto; aunque no fuera tal, mejor avisar del percal del que está a punto de hablar. Toda una vida estudiando, para jamás aprender; temiendo el ridículo en el que vaya a recaer; preocupado sin ocupar lugar, por lo que pueda acontecer; y los idiomas con su bandera enhiesta, en concreto el inglés, reflejo fiel del esfuerzo inútil... ¿tanto estudio para qué?.

En esas ocasiones me he sentido extraño; extranjero en mi propia patria. El otro día tampoco reconocía mi pueblo cuando, desde lejos, le indicaba a mis compañeros peregrinos dónde estaba; desde el Camino, o “Keminou”, como dicen ellos, lo sentí distinto. Una sensación rara que empieza a ser familiar; ¿por qué no estoy a gusto tampoco aquí?. ¿Por qué, aunque les entienda, ya no les comprendo?, ¿por qué me siento tan distante de lo que dicen los que han sido, toda una vida, mis vecinos?. En mi casa, también me siento fuera de mí.

Cuando me fui creía saber quien era; me delata el pasado remoto, parece que ha pasado mucho tiempo desde entonces, cuando cerré la puerta para ir a su encuentro. En realidad no sé lo que busco, un ente difuso; una semana, apenas; y apenas estoy empezando, ¿me estaré volviendo loco?. ¿Qué va a ser de mí, al regreso, cuando ya no haya retroceso?. ¿Habré cambiado tanto como expresa lo que estoy sufriendo?. Quiero, deseo que sea, no soy capaz de dejarlo; un misterio, ¿qué es lo que estoy sintiendo?. Tendré que hacer un pacto con el Diablo, ya que Dios no quiere hacaerme caso; ¿me rindo, me resigno?, para disolver de una vez esta armadura; soberbia enmascarada de falsa modestia; escuchame, te estoy hablando. Quiero, de verdad, ser sin miedos, sin barreras; adaptarme a todos los idiomas.

El Camino, sigue ahí, apalancado, como hace tantísimos años; dicen que al final me espera Santiago; aquí estoy de paso, queda bastante más de lo que he andado, ¿qué ocurrirá cuando ya no quede Camino?. No quiero correr, ni avanzar demasiado, pero no soy capaz de confirmar lo contrario. ¿Estaré huyendo, tal vez?; posiblemente, no sé tampoco de qué, ni por qué. La séptima etapa, la que cierra una semana de vago, vagando por otras tierras; creía que ésta no contaría para hacer el cómputo final de lo que me habría costado; pero no daré el salto porque este Camino parece que no solamente se recorre andando.

Me quedaría más días, quizás tuviera que hacerlo; pero soy un peregrino que decidió huír para encontrarse. Sabes que lo haría porque te amo, y quiero compartir contigo ratos. Me quedaría, si no fuera porque él me está llamando; ente confuso, Dios, el diablo, mi camino, yo mismo.

No sé, tal vez, sean ellos... sea lo que fuera, mañana me marcho.

2 comentarios:

  1. ¡Quiero Ser! Sin miedos, resolviendo dudas, andando el presente, cerrando ventanas del pasado, abriendo puertas, hoy, ahora, aquí. Lo conseguirás.
    Sigo atenta, sigo leyendo. Un abrazo.

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  2. Creo que estás recorriendo el camino "interior" cuando eso ocurre, nos sentimos "raros" diferentes al resto, como si no encajáramos en el rompecabezas, supongo que recién empieza el verdadero recorrido!

    abrazos. Sigo leyendo peregrino.

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