lunes, 8 de febrero de 2010

NEGRO (Undécima etapa)

La pesadilla se ha vuelto a rebelar, los sueños ya no son lo que son, las circunstancias me inducían a pensar en lo que no era conveniente pensar. La angustia me estaba atrapando, de nuevo, en su espiral feroz; gracias a Dios, hoy no estaba convocada la soledad a la humillación que me había deparado el azar. ¿Quién sería capaz de nadar en un mar de espigas sin madurar cuyas olas, no son olas de verdad?. Estoy seguro de que mi determinación se habría rendido, hundido en estos campos de trigo, si no hubiese habido a mi lado alguien con quien compartir esa maldita hipocondria que, de vez en vez, se empeña en no dejarme comprender. Aún me duele aquella primera vez, parece que ha pasado una vida entera y no hace ni medio mes... Por suerte, Zariquiegui, quedaba lejos de aquí, no solo la distancia nos separó; ha quedado atrás, en la Navarra cuyos paisajes empiezo a echar de menos, pura contradicción. Y no tendría por qué ocurrir, que el destino repitiera su osadía sería hasta para él un error sin parangón.

Tres peregrinos, tres amigos, caminan conmigo; tres compañeros con quien repartir mi cobardía; acurrucado en sus regazos me he sentido protegido de esa sensación inexplicable que me ha empezado a embargar, la intemperie me ha perseguido todo el día. Estaba allí, no he dejado de temblar, aún haciendo un calor asfixiante. Hasta los viejos arrugados amanecían a media tarde de su siesta recostados a la sombra, en banco hechos de madera, carcomidos; como muchos de los pueblos de esta región, los edificios lujosos de la capital habían quedado atrás. En primavera aquí ya es verano y se tienen que resguardar con sus boinas negras como parasol. Y las ancianas, que siempre fueron viejas, siguen luciendo pañuelos en sus cabezas y sayas largas sobre sus piernas; de negro impoluto también, como es de rigor, guardando luto desde su juventud. Un goteo de desgracias y el respeto debido a los muertos, o el terror a seguir viviendo apenados, hacía de los trajes claros una rareza sin igual; un extravagancia que extirpar. El luto era el estandarte, no sé si lo seguirá siendo, en esta comunidad impregnada de tan profunda religiosidad. Su pesimismo extremo, todo negro, negro y sin color se refleja en el corazón; debe ser por eso que el mío aún sufre de aquella sinrazón añeja preocupado continuamente, justamente, por la preocupación: si algo tuviera que pasar seguramente, sin duda, sería para peor; déjenme como estoy, por favor.

Suspiro por el verdor, de Navarra que ya pasó; de mi Galicia desconocida, sin haberla visitado aún patria de mis recuerdos más remotos; aún tardará en llegar pero ya la añoro. El de aquí es diferente, un verde que acabará tostándose. Un abanico infinito de tonos amarillos indefinibles ya se empieza a comer la frescura de los cereales que hace nada estaban en flor; y en el cielo, el azul intenso, abrasador, eterno, golpea sin compasión. Mis ojos se han aburrido de mirar y mirar; más allá, sin encontrar nada que quebrara ese horizonte circular. Ya me hiere el aliento de Palencia, a un paso; todavía no he llegado pero esto ya parece Tierra de Campos. ¿A quién no le espantaría lo que cuentan?, aunque no todas las leyendas sean ciertas, aquí hay mucho cuenta cuentos que de lo que cuenta nada recorrió. Dicen que en kilómetros no habrá ni un árbol que me cubra del rigor del sol, y que la vista, por mucho que se dé de sí, no encontrará un punto donde poderse apoyar.

¿Dónde quedaron aquellas tormentas que evitar?; para huir de la agonía que me vuelve a acechar; el estío y el calor del amarillo amargor. No me habrían venido mal más apuestas contra la climatología adversa, hoy ni siquiera me habría importado perder, para poderme quejar con justicia, para gritar con razón mi desazón. Habría considerado una gran victoria una calada como Dios manda; ¡ni un nubarrón, aun negro, ¡cómo no!, como el negro tizón, en que enterrar el cadáver de ese señor!.

5 comentarios:

  1. Hola a tod@s.

    Pues bien, me encuentro ante una incógnita. Resulta que el día recién acabado ha resultado curiosamente "negro", o... ¿"negra"?
    Lo explico. Esta mañana ha tenido una presencia significativa en mi quehacer diario "la negra" (literal y metafóricamente). Charlo con un amigo y, entre otras cosas, hablamos de ciertas habilidades que hacen a la raza "negra" diferente de otras. Entro en el blog y encuentro como título de la entrada "Negro" (pienso: algo ha cambiado, ¡ah sí! el género). Leo el texto correspondiente a la entrada: uhmm... muy "negro" lo veo.
    Por el momento vamos: "negra" 2 - "negro" 2, empatados.
    Intento resolver la equivalencia, algo tiene que pasar con "negr@" hoy, me digo. Busco información acerca de la simbología del color negro y encuentro lo siguiente: "El viaje iniciático a través de los colores en la simbología de la Virgen Negra de Cz􀄊stochowa", artículo de
    Vladislava Spasova Ilieva (a disposición de cualquiera en la red), que es "negra" por cierto, y... curiosamente me encuentro en el "camino".
    ¿Alguien me lo puede explicar?
    ;)

    En fin, aparte de esta anécdota, fideligna y real, intuyo de forma inexplicable que en el color negro hay algo más que dolor y sufrimiento.

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  2. P.S.: A riesgo de parecer contracorriente... mi icono tiene algo de blanco, ¿sirve?


    Un abrazo

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  3. Hola Karulkalara el negro te ha perseguido tal vez sin razón.
    Si hay negro hay blanco.
    Felices sueños.
    Riso abrazos

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  4. Las apariencias suelen engañar; no sólo son agujeros negros aquellos que absorben la materia para hacerla desaparecer... Son agujeros negros también los ojos que nos comunican, que a veces nos rechazan... Un agujero negro también es el pensamiento; y algo de negro también tiene el silencio. Cuando se encuentran dos silencios no se presenta un futuro tan negro... Pienso.

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  5. Cambios de paisajes, cambios interiores, una especie de Divina Nostalgia... malestares físicos cristalizaciones que comienzan a desintegrarse.Procesos del Ser.

    Abrazos!

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