sábado, 30 de enero de 2010

DECEPCION (Sexta etapa)

Ayer, atravesando Viana, un escaparate me escupió la cruda verdad; algo me tendría que revelar. Alguien que me sonaba conocido tras aquel disfraz me miraba sin pestañear; una silueta familiar se difuminaba, fundida con los productos artesanos que se exponían en aquella urna de cristal. El caminante, atrapado como pez en la pecera de la que no le dejan escapar, y el gorro que le protegía del sol; apoyado en sus bastones me miraba con una cara indeterminada barbada, entre la sorpresa y la calma; alguien a quien quise reconocer pero que no se quiso mostrar. Creo que aquel desconocido pugnaba por encontrar al peregrino que aún se escondía dentro de mi carcasa de rígido metal.

Y hoy arde el ambiente, también; y a las cuatro de la tarde hasta las sombras permanecen ausentes; la primavera ha presentado sus armas, sin compasión, tras casi seis meses de crudo invierno. Se agradece el retorno del Astro Rey medio año después, aunque quien me conozca sabe lo poco que me gusta exponerme a su rigor; y mi gran obsesión por la protección de la salud. En casa, un día cualquiera, no me habría arriesgado a quemarme la piel caminando sin ton ni son; ¿a las tres de la tarde a pleno sol?, ¡no, por favor!. Pero llevo dos días asándome en este horno natural y no parece sentarme mal. Y es que hasta la sombra de lo que fui se ha debido retirar de este recipiente hostil.

Aceptación; todo forma parte de lo que hay que aprender; las enseñanzas del Camino que nadie sabe como, cuando ni donde se han de encontrar. Confío en el ejemplo de otros recién conocidos, al momento viejos amigos que se adelantan o se quedan atrás; en un instante rastros perdidos que me empeño en seguir; husmeando cada desliz. No temer lo que vaya a pasar, aunque parezca que fuera a ser perjudicial; no temblar ante las circunstancias adversas; fueran cuales fueran, en vez de enemigas, aceptarlas como compañeras de fatigas. Sufrir y disfrutar la climatología, haga calor tórrido o gélido frío; húmedo o seco, un gorro y el chubasquero. Nada se parece a la vida normal, lo que allí sienta fatal, aquí es medicamento y manjar. Quiero continuar, andando sin dudar, apoyado en los demás; ofreciendo mi hombro a quien amenace recular. Sumar determinación en el zurrón, para que la desesperación, si asomase, no cotizara en detrimento del coraje general...

Los ojos llorosos de Ceci me han despertado de un sueño irreal; en el fondo sabía que todo esto no era verdad; tarde o temprano se acabaría, ya sabía que hoy tendría que para. En seis días si no quisiera fallar; lo dudaba antes de empezar, ¿en seis días nada más?. Había ajustado los plazos para llegar a tiempo a la consulta médica que tengo que pasar. Logroño era la primera meta; Logroño, esta mañana lo he dejado atrás. En teoría un descanso no me iba a venir mal, pero me apetece someterme a la rutina de empezar cada mañana a recorrer caminos sumergido en esta energía especial. Veinticinco kilómetros más allá, desde Najera... Sé que pasado mañana recuperaré en esta localidad todo esto que hoy voy a dejar; pero pasado mañana ya no sé lo que será.

1 comentario:

  1. Espejos reflejando al soñador que llevas dentro. Sombras que el sol despeja, para mostrarte tu interior. Sigo atenta, sigo leyendo.

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Hacedor de Sueños by Daniel Calvo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.