miércoles, 27 de enero de 2010

PLATANOS DE CANARIAS (Cuarta etapa)

Ellas también habían encontrado su premio. Pablito; yo no tenía ni idea de quien era, pero la guía de Enrique le señalaba como una institución del camino que no se le aparecía a cualquiera. Regalaba palos a la medida, y alguna que otra cosa, incluidos consejos de gran valía para continuar haciendo el Camino. También les había sonreído la fortuna. Creía que no volvería a encontrarlas, me había despedido de ellas cuando salí del albergue de Estella de estampida, sin despedirme... ni de ellas, ni de nadie.

Allí estaban sentadas las dos canarias, como si me estuvieran esperando; en el punto exacto donde confluían el camino oficial y el nuestro, bastardo. El destino tiene estas cosas. Ayer compramos unos plátanos a medias, para compartirlos; con los dos que me tocaban en la mano, me han mirado sonriendo, diciéndome; “¡ya era hora de que llegaras, justo ahora estábamos pensando en ti”. Y es que según parece, aunque te esfuerces en evitarlo, siempre ocurre lo que tienen que ocurrir.

3 comentarios:

  1. La magia de camino, sin duda mucho más mágica en los encuentros, creando vida, hablan palabras, fluye el silencio.
    Felicidades. Sigo leyendo...

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  2. Simpática anécdota inserta en un cúmulo de experiencias.

    No tengas prisa por llegar.

    Un abrazo.

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  3. Bueno... bueno.... peregrino ésto sí que se está poniendo caldeadito!!!!


    sigo leyendo, jajaja abrazos

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