miércoles, 3 de febrero de 2010

EL REDIL (Octava etapa)

¿Volveré al redil que me asfixie?, ¿para viajar abrigado por el rebaño?. “Caminaré despacio; sin pensar, pensando pensamientos en blanco, que me permitan dejar de controlar el caos que desde el fondo del abismo grita”. Me había ido repitiendo esta letanía, sin cesar; la reflexión, por rígida, se ha visto atrapada de nuevo en la obsesión; ¿de qué sirve la relajación forzada?; dejarse llevar no ha de ser una apuesta impuesta ; al borde de la destrucción. No había logrado quitarme de la cabeza aquel llanto; las lágrimas que había derramado Ceci al despedirnos en Nájera me habían desarmado. Aunque me esfuerce en convencerme de lo contrario, no puedo.

¿Cómo resolveré esta lucha interna?. ¿Rehuirla, o batirme en duelo, sin remilgos?. Mientras los enemigos eran los demás la batalla era fácil; siempre encontraba algún culpable a quien endosar mi derrota; siempre había alguien a quien cargarle el muerto; siempre había alguien a quien condenar a la pena capital. Una pregunta tonta, una respuesta inesperada. Una parada inoportuna, impuestos voluntarios de consecuencias nefastas. Un árbol que no me dice nada, los trigales susurrando silencios, una coincidencia inesperada... un cambio espontáneo de compañeros del que ni siquiera me enteré. Dos opciones, ¿cuál elegiré? ¿dos en uno; o ninguno, a la vez?, ¿por qué no pueden ser ambas? ¿por qué hay que escoger?.

El que me atrape se impondrá, y ya está; que duro es darse cuenta de que lo que tenga que ocurrir, ocurrirá. Y lo que no, dará igual; ¿dejaré de repetir intentos que ninguna empresa conseguirá, sino destrozarme y nada más?. Aunque me esfuerce en atraparlo; mi camino, no lo consigo, siempre ha transitado, aun a mi pesar, a su libre albedrío. Por resistirme, aprisionado, soy débil; por desgracia, ahora me reconozco endeble; ya no me sabré defender... Porque sé que no tengo de quién. A las cinco de la tarde, hacía un día entero que me había desperezado; había abierto los ojos antes de que se despertarse el mundo. Recién renovada la propuesta inicial y me tendría que retractar. ¡Cuánto empeño exige la soledad!. ¿Dónde coño se habrá quedado Aarón?; me había reencontrado con él en Nájera, nada más partir; y con la misma facilidad, no se cuándo, ni por qué, lo he vuelto a perder.

Necesitaba llegar, cuanto antes, era urgente. Ya no me soportaba la rutina, me empezaban a pesar tantos pasos solitarios, aturdido por el corazón a punto de estallar. No sé si escaseaban las fuerzas, o fuera que mis debilidades se levantaran en pie de guerra; desde la siete de la mañana, soportando la tormenta, una tormenta más cruda que esta que amagando no acababa de dar. La otra no dejaba de atizar el fuego interno que me iba consumiendo; poco a poco, agotado. ¡Morirá!.

No sé por qué tenía que ser en Grañón. Una amiga me lo había aconsejado hacía tiempo, mucho antes de que ni siquiera imaginara llegar a este pueblo andando; mucho antes de que me propusiera andar. Los últimos tres años habían borrado de mi memoria este Camino de Santiago, aunque durante toda la vida había sido mi Santo Grial particular. Era el pueblo de su familia, allí tenía su hermano una panadería que tengo que visitar; alguien más me ha hablado de él después, quizás fuera ayer, o tal vez, el día anterior; no recuerdo quien. Otra parada fijada por la casualidad, nunca habría parado, si no; rincones que no me puedo perder, que las guías reputadas citan de refilón. Lugares que a muchos peregrinos no les vienen muy bien; tesoros escondidos cuyas claves no conocerán los que no escuchen los gemidos que escupe el alma, a nuestro pesar.

Por fin, por los pelos, he acabado librando, está diluviando en la calle. Otro albergue parroquial, menos mal; en el que los peregrinos se comportan como tal. Estaba hasta los huevos, ya está. Otro remanso de paz. Este rincón de la iglesia en la que me alojo desprende un aroma especial.

3 comentarios:

  1. Un remanso para los pensamientos... pero mañana tendrás que seguir y decidir... mientras tanto... duerme peregrino... descansa. Mañana será otro día, y a cada día le basta con su afán!

    Sigo caminando!
    Abrazos

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  2. Dejamos de sentirnos solos cuando aceptamos que siempre estamos solos. Entendemos que siempre estamos acompañados cuando creemos en nuestra propia fuerza interior.Pero los miedos... los traspasamos si los abrazamos?
    El parloteo mental... nos acompaña o nos tortura? Aquí te dejo Dani, como siempre mis preguntas. Un abrazo.

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  3. Respuesta... ¿Influye en un hierro la presencia próxima de un imán?

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