viernes, 9 de abril de 2010

ESPANTAPAJAROS (Una semana después)

¿Tendré que huir otra vez?, alejarme hacia un lugar remoto, lejos de esta zozobra a la que apenas he llegado y que ya vuelve a atraparme. Un nómada no necesita las tonterías que exigen las vidas establecidas... ¿Conformarse y poco más? Un techo en invierno, que me proteja de las noches frías, y ni siquiera un colchón; un rincón. Dormir al raso en verano porque, a parte de esa senda estrellada y la luna, de noche no hay nada más. Pasear, andar, caminar, mojarse si es necesidad; porque todo lo que moja la lluvia, tarde o temprano, lo secará el Sol.

No hacer nada más, porque la mayoría de lo que se hace no sirve sino para atraer desgracias y hacer desgraciados; para cambiar dinero por desdicha pertinaz. Tanto tengo, tanto gasto; y como tengo tanto lo malgasto. Me estaba dando cuenta de que cada día que había pasado aquí, amancebado y mantenido por el acomodo, me había hecho más débil que el día anterior; y un tiquismiquis de profesión. Claro que echo de menos un cobijo en propiedad, el refugio que me proteja contra tantas normas de urbanidad. Ciudades pulcras, higiénicas e impolutas, como mi pueblo, como todos los pueblos de alrededor, limpios hasta la perversión. Sus calles aseadas, que no huela ni un sobaco; por suerte, aún no obligan a ducharse cada día por real decreto.

Puntos de desencuentro con los que no me quiero encontrar, pero la galbana es un zorra casquivana, y no me puedo aguantar. Al vago que llevo dentro también le cuesta creer que quizás el inconformismo de estos señores gritones, que defienden sus posiciones en sus partidas de cartas, no sea más que conformismo y conformidad. Apostillando la fatalidad, para empeorar incluso los estados de salud envidiables, las enfermedades que no eran tales; ¡viva la desidia permanente! Vacunas y muchas tiritas, que más que curar alivian; en el mundo de lo estable, interesa hacer duradera hasta la adicción a los servicios de sanidad. En el bosque, apenas transcurrida la primera semana de Camino, ya había desaparecido el eccema que entre cuidados tan sanos e higiene extrema no había dejado de crecer. ¿Y aun así me cuesta ceder?

Si hubiese sido de paja bien pudiera haber pasado, yo también, por espantapájaros sin corazón, o por un hombre de hojalata sin sesera; o ¿por qué no?, por un león acojonado escondido tras sus melenas de cartón. Necesito mi Mago de Oz, y Dorotea que me arrastre detrás de ella otra vez; cualquiera de los tres pasean con más dignidad su incapacidad que estas marionetas de cristal; mucho más dignos son esos peleles que la desidia que casi siempre acaba abduciéndome a mí. Aquel monigote pajero, al menos, espantaría mis cuervos, los complejos que había criado con esmero..., desde que me pusieran por primera vez en aquella cuna, y me bañaran con el agua bendita. ¡Qué tiritera, por Dios!

3 comentarios:

  1. El final me hizo reir mucho....por la manera que tienes de narrar, pero por supuesto que es mejor caminar con Dorotea y sus geniales amigos, que por la "aristocracia del barrio"... o por los shopings, o el subte en la hora "pico", cuando corren como galgos a los bancos!

    Creo que estamos para el chaleco mi querido Karulkalara.
    Sigue asi...vas por buen camino!

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  2. Todo hacedor de sueños tiene que ser espantapájaros, hombre de hojalata o león acojonado.Sin tiritas y al viento.
    Riso abrazos Buen fin de semana

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  3. Uno cuando está enfermo, va al médico. Cuando está más enfermo, va al hospital. El hospital para su funcionamiento necesita; limpiadores, cristaleros, cocineros, pinches, planchadores, friegaplatos, equipo de mantenimiento de máquinas, electricistas, fontaneros, telefonistas, celadores, auxiliares, turnos rotativos...,etc.,etc. (Sólo por nombrar una, entre millones de cosas que servirían igualmente de ejemplo). Todas estas personas, son las que forman parte de los atascos, y de vagones de metro y autobuses a rebosar en horas punta, y de gentes andando muy deprisa o corriendo...
    La "postura" ante la vida que está saliendo por aquí, es un estilo de vida bohemio, ermitaño, nómada, trotamundos o(llámese como quiera) que utilizan internet, este medio de comunicación, que conlleva detrás cientos de miles de trabajadores que lo han hecho, y lo hacen posible...
    Trabajadores muchos de éllos por elección, desarrollan su día a día entre madrugones, trasnoches, atascos, logros y sinsabores, fracasos y placeres, como todos los mortales.
    Trabajadores; sin éllos, no tendríamos libros para leer, ni papel y lápices para escribir, ni tejidos con qué vestirnos, y millones de detalles más que utilizamos absolutamente todos, en mayor o menor medida.
    -Los que tienen los pies en la tierra, también salen cuando así lo quieren, de paseo por las nubes-

    La narrativa; una gozada.

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