jueves, 5 de agosto de 2010

Lédigos – Bercianos del Real Camino (ii) (Diecinueve de Septiembre)

En muchas preguntas de las que he rehuido está la respuesta final. ¿Dónde estarían? ¿Les estaría echando en falta? Yo, el máximo defensor de la aventura sin condón, sin lastres, sin planes, sin otras opiniones que desvirtuasen las indicaciones del corazón. Al aire en la única dirección en que el viento soplase en cada instante, un latido en cada ocasión; uno a uno, paso a paso, sin anticipaciones ni perversiones de la espontaneidad. Aunque su falta me produzca un extraño placer, no tenerlos me angustia también. Esa sensación de contradicción permanente, tan dolorosamente familiar, ni contigo ni sin ti; con todo y con su opuesto, a la vez. Añorar las ausencias con la excusa de ser yo, desear su presencia para recordar que había dejado de hacer todo lo que me había propuesto y prometido al renunciar al parecer general. Quizás huyera, no lo sé; tanto en un caso como en el otro... Rechazar la soledad, enviar al destierro más atroz a los compañeros que me habían ido librando de claudicar ante la amenaza de la obsesión. ¿Para no medirme, tal vez, con sus paripés? ¿Para no reconocerme, en la comparación, otro integrante más de ese juego a granel? No quiero que se me de bien mezclar comos, cuandos y porqués bajo el solo criterio de mi interés. Quiero mirar más allá de las huellas de mis pies.

Por todo eso, y a su pesar, no lo he podido evitar... Les he ido buscando en cada rincón y he deseado que no fuesen ellos cuando se hacía posible la imposibilidad, Cualquier parecido circunstancial que les pudiera delatar... Que el grupo en cuestión pudiera estar o no ahí cambiaba enseguida mi opinión de lo que quería y de lo que no. ¡Qué lío! ¡Qué maniquea decepción! Sin termino medio, el justo sería siempre en mi regla el extremo contrario; lo bueno y lo malo, lo correcto y lo falto de toda corrección... Lo que fuera blanco de mis anhelos, conquistado sería, indefectiblemente, negro “marrón” del que, a pesar de mis ímprobos esfuerzos , no me lograría liberar. Una carrera por llegar al albergue siguiente, un rosario de paradas para dejar de avanzar. Recuerdos de otras ampollas que, en el anterior camino, no fueron de pus material. Más de lo mismo, más del mismo yoyó girando en un retorno vicioso alrededor de un ombligo atado al cordón umbilical de la decepción.

3 comentarios:

  1. Veo que sigues en el camino, Karu.
    Y con tu tenacidad de siempre, tratando de hilar fino!

    Abrazos!

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  2. La eternas contradicciones que forman parte de nuestra inequívoca naturaleza.
    No hubiera querido acompañar a alguien que no estuviera sumido en la contradicción, donde me instalé hace mucho tiempo.
    Sigo a tu lado el camino.
    Un beso, Daniel.

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  3. la contradicción es siempre (para muchos) valedera...a veces ser coherente es una torpeza que se repite... "ni contigo ni sin ti"..."YO el máximo defensor de la aventura sin condón (...) yoyo atado al cordón"... Me quedo pensando en el gesto de la contradicción. un abrazo

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Hacedor de Sueños by Daniel Calvo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.