jueves, 15 de julio de 2010

Boadilla del Camino - Carrión de los Condes (xiii) (Diecisiete de Septiembre)

Había sido libre caminando sobre sus pies ensangrentados y yo lo había percibido. Liberado de los pilares sobre los que acostumbraban a tambalearse sus estructuras era un ser divino. He sido durante siete días espectador privilegiado, coprotagonista afortunado, de su recién estrenado coraje, había sentido en directo su energía vibrando sin barreras... Un destello, o una leve sucesión de ellos porque no iba a permitirse caprichos sin sustancia...El peor censor había hecho acto de presencia; tan solo habría sido... Un espejismo, una ilusión... Sería enseguida un recuerdo olvidado en el baúl de los atrevimientos sin fundamentos echados a perder en un momento.

Porque le habían enseñado que hay cosas que no puede permitirse un chico decente; porque son tonterías que se hacen solamente en determinadas circunstancias, tras haber ingerido un par de pares de cervezas... Y que pierden vigencia al día siguiente, pasada la resaca correspondiente. No ha querido enfrentarse a sus demandas, ni siquiera un paso más habría prorrogado su estancia de lo pactado con su familiar... Su paseo por la esencia de su ente perenne, hasta hoy permitido, pasaba a ser clandestino. Otro ataque de lealtad le había puesto en su lugar, la fidelidad que no le había abandonado en todo el trayecto, en realidad... En “stand by”, seguía luciendo la lucecita roja, por la noche, iluminando las zonas de sombra para evitar la oscuridad. Aunque hubiera descubierto que más allá de la opulencia había vida y vitalidad... Aunque se hubiera rendido a gusto a este estado de incomodidad... Aunque hubiera estado a punto, quizás... No se rendiría jamás; sus obligaciones y programaciones ancestrales pesaban mucho más en la balanza que le desequilibrará. Está resignado a continuar el tiempo que le concediera la parca encerrado en su cárcel dorada; derritiendo, por voluntad heredada, la poca estima que aún le quedara... Aunque fuera, como hasta ahora, a costa de dejar de ser lo que había descubierto que es. Y no puede ser.

Porque era lo que se merecía y no renunciaría a los derechos adquiridos, así como así. Amancebado por su estatus social, tan desenvuelto como artificioso, fácil en apariencia, falso como su esencia... Como los cimientos de la estructura que se habían montado, complicada para que nada fuera simple, compleja para dejar a quien se aferrara a ellos perplejo, desorientado; dependiente de la dependencia imaginaria inoculada a lo largo del tiempo. En su entorno era imprescindible mucho más que un par de botas, para vivir confortablemente.. Requerían los sucedáneos de urgencia. Desde hoy volverá a calzar sus zapatos de calidad, lustrados con buen betún. No podía rebelarse contra el suicidio consensuado con sus familiares queridos en aquella asamblea a la que no había sido invitado por ser un mocoso. La conspiración contra los encantamientos del Camino estaba pactada desde mucho antes de que él fuera capaz de emitir cualquier opinión en contra o a favor; desde mucho antes de que a él se le pasara por la cabeza deambular por este lugar.

Todos los estamentos estaban bien fijados para que ningún momento de debilidad tirase por la borda el deseado final. Desde el nacimiento propuesto; compuesto y sin novia, pero con un montón de obligaciones que continuaran alimentando, al ser puntualmente cumplidas, el éxito... Pero el triunfo es ambicioso y acostumbra a revelarse embarazoso; algún día parirá... Aún no se ha enterado de que, marchándose, tan solo prorroga la agonía; al casi muerto perpetuo le ha vuelto a paralizar el miedo porque sabe que si se queda, definitivamente, resucitará. Para él es más crudo actuar a espaldas de sus circunstancias que gozar. Se sentía un fugitivo huyendo hacia la libertad, de padres, esposa, hijos y demás circunstancias familiares y profesionales... Tenía una vida montada a la que regresar... Lastres pasados amarrados a protocolos de antaño, renovados en esencia ajados... ¿Por qué no miraría la fecha de caducidad?

Se acabó, no había logrado reponerse de la impresión. El destello rutilante de sus propios ojos le habían deslumbrado, imaginar futuros desgarbados para un encorbatado era misión imposible; había roto en pedazos los espejos ilustrados por otros, pero con sus cristales se cortó. Llevaban razón, afuera no hay más que sufrimiento y dolor. Hasta otra compañeros, no perderemos el contacto. Le ha deseado a Joan, Philip y Miriam suerte hasta Santiago; a mi hasta Finisterre y en el regreso. Hasta luego Fernando... Ha sido un placer también para mí. Yo sabía que quizás no nos volveríamos a comunicar más.

2 comentarios:

  1. gus excelente!!!!!!!!!pase a saludar
    un abrazo
    lidia-la escriba

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  2. También es un placer para mí acompañarte en tu camino y tu relato.
    Desgraciadamente sí,las relaciones humanas tienen fecha de caducidad.
    Un beso

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