jueves, 27 de mayo de 2010

Atapuerca-Tardajos (ii) (Catorce de Septiembre)

Después de tomar un café con leche, acompañado del pincho de tortilla correspondiente, todo se ve diferente; los espejismos dejan de ser patentes y se descartan las catedrales que desde tan lejos no pueden verse; no era más que una torre de transformación de hormigones, o algo que se le parece. Ya todos más animados, con la barriga llena y la conciencia curtida, nos hemos dirigido dirección a Burgos, en busca del medio de transporte que nos acercara hasta el centro. Como yo sabía lo que era conveniente, me he encargado de ponerles en antecedentes, para algo era un peregrino veterano repitiendo experiencia en menos de cuatro meses; teníamos que ir a la parada de autobuses de Villafría. No me ha costado convencerles porque Joan, que tampoco era novato, no se ha opuesto a mi propuesta... También ha considerado conveniente evitar los humos de los motores y el polígono industrial contaminado por el que tendríamos que haber caminado. Hemos llegado a Burgos motorizados y nos hemos ahorrado diez kilómetros de peregrinaje adulterado. Me ha sorprendido Joan, al final iba a resultar ser un tío majo.

Hemos pasado la capital casi de largo, tras hacer tres paradas; dos en otros tantos bancos y una en la plaza de la catedral porque quería verla Fernando. Allí nos hemos encontrado con Mónica, ¿Mónica? ¿Dónde está Mónica? Había vuelto a desaparecer de repente. Lo dicho, hemos salido de Burgos sin pena ni gloria y con algunas vituallas con las que nos habíamos aprovisionado, por si acaso, en un supermercado de las afueras. Intercambiando cuitas, entre unos y otros y viceversa, han ido cayendo más kilómetros; al final casi cuarenta pero con unos cuantos de trampa. Chismorreos intranscendentes, porque no hacer otra cosa, porque no nos apetecía permanecer callados; para distraer el parloteo íntimo con las contiendas incruentas del conjunto... Y conversaciones profundas, concretadas por parejas o tríos, han sido la tónica de la etapa.

Hemos forjado mil combinaciones diferentes, obligadas, sugeridas o dispuestas por un dado invisible, agitado por nuestros pasos en una coctelera curiosa... El dado debía de estar trucado porque en mi caso siempre me ha tocado en suerte, ya fuera la formación pertinente cuarteto, trío o pareja el mismo; Philip y su parsimonia constante. Pareciera que ayer nos hubiese amarrado un cordón umbilical permanente.

2 comentarios:

  1. Hola peregrino esta claro un café con leche y pincho de tortilla ayudan a vencer a los gigantes. Me alegro.
    Te sigo.
    Risoabrazos

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  2. Sí, la comida da energía, con el estómago lleno se ven las cosas de otra forma... pero siempre que sea algo ligero, comer "bien" da somnolencia y dificulta el trayecto.
    Por cierto, ¿dónde estaba Mónica?
    Un saludo.

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Hacedor de Sueños by Daniel Calvo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.