jueves, 17 de junio de 2010

Convento de San Antón – Boadilla del Camino (i) (Dieciséis de Septiembre)

Me han retado unos ojos penetrantes, para él no sería peregrino quien no diera la talla. Amo y señor de su parcela, aquí no entra con su beneplácito cualquiera. Hay que atravesar sus barreras, ahí mismo, en la frontera que acapara el chiringuito de la entrada. Oculto tras una piel curtida y esa gorra negra ceñida que le protegen de sus adversarios, no abandona su postura de corsario despiadado, detrás de la barra. Sería enemigo cualquiera que, sin pedir permiso, y ni siquiera esgrimir leve saludo, derrochara su papel higiénico para limpiarse el culo; alegaba que no limpiaba los inodoros todos los días con litros de lejía para que sirvieran de lienzo a la mierda de unos cuantos turistas que ni a tomarse un corto de cerveza, o un tinto a medias, estaban dispuestos. En su fortaleza no admite intrusos, para él todos aquellos tipejos que, en cuadrillas o solos, se saltaban a la torera su derecho de admisión en la pecera que había puesto a disposición exclusiva, y exluyente, de la gente de su calaña. Por supuesto y a primera vista, en principio, para él sería un intruso cualquiera.

Hospitalero rudo, a quien llega presenta su escudo, y yo no podía ser menos, otro intruso objetivo de su odio. Su cara adusta, repleta de soberbia injustificada, no refleja las humillaciones que según sus palabras sobre sus espaldas arrastra. Había blandido sin motivo, antes de nada y desde el principio, ¿por si las moscas fueran sargentos...?, su lengua fiera cuan espada, afilada tal cual daga que clamara venganza. Dispuesto a cortar a diestro y siniestro todo aquello que de mi traje a él le sobrara... Pero si yo no le había hecho nada. Hasta la bola estaba empujando su estocada este tipo experimentado y bregado en mil batallas; según certifica el primer escupitajo que me había lanzado a la cara. Él tenía tres caminos recorridos, tres o cuatro no recuerdo; y uno de ellos empezado cruzando “La Transpirenaica”, algo que a bote pronto yo no sabía que era. Otras tantas, fueran tres o cuatro, por los Pirineos o en llano, tres o cuatro derrotas consumadas tendrían que haber proporcionado algo distinto, no más de lo mismo; más orgullo mal vestido.

Yo tampoco habría entendido nada sino me guardase un as en la manga. Tenía claro que en esta ocasión ese tío de negro no sabía con quien se estaba jugando los cuartos. Mi pasaporte me daba alas y una información con el que él no contaba. Y yo aún no había articulado palabra, salvo unos cuantos monosílabos que él creo que había pasado por alto.... El seguía con su retahíla. Albergue de peregrinos “El Putzu”. Y mi gozo, de nuevo, como en el primero, en este camino también reside en un pozo; y es que es lo que tienen las aventuras... Que uno no deja de encontrarse con socavones enormes; grandes retos o problemas irresolubles, según como a cada cual se le antoje. El primer contacto me había devuelto la imagen de un desgraciado soberbio, déspota hasta las trancas que reclamaba sus quejas imponiendo los hachazos de su entrecejo prieto.

Te quedas en mi casa, por supuesto, pero te quedas si yo te dejo; y no cejo en el empeño porque a mí me da la gana. Si aceptas, bésame el culo; para chulo el menda; quien te enmienda o estropea el alojamiento a su antojo. Un instante intenso, tenso; intercambiando complejos, mis compañeros esperando perplejos, no comprendían los motivos que había callado para visitar este entuerto. Les había convencido sin argumentos, ni pretextos...

4 comentarios:

  1. hoy vengo a leerte y agradecer las hermosas palabras que has plasmado en mi lugar,un abrazo caminante.

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  2. Hola Peregrino, cada vez que paso a visitarme, quedo embelezada leyendo "tus pensares", o "tus cantares".

    Me imagino todas las vivencias que has tenido amigo! todos esos personajes que para mi ya son casi íntimos conocidos!

    Abrazos Karu!

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  3. No siempre las primeras impresiones son acertadas. Hoy me quedo con ganas de conocer las segundas sobre este hombre, que a buen seguro esconde tras su coraza un gran corazón.

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  4. Es un placer leer, mucho más que escribir, porque es fantástico poder disfrutar de esas vivencias, de ese mundo tan rico. Enhorabuena por ello, estoy esperando la próxima.
    Un fuerte abrazo

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