sábado, 12 de junio de 2010

Tardajos-Convento de San Antón (vii) (Quince de Septiembre)

Dice que apenas ha vuelto a su tierra, unas pocas veces por compromiso... Algo que quiere, algo que quiso y no había obtenido. Un sueño que nada tenía que ver con el americano prometido, porque el americano asegura haberlo logrado; se nota que su situación económica es desenvuelta. ¿Por qué, entonces, su boca espeta ataques, aunque sean ornamentados con giros corteses? ¿Por qué utiliza la ironía audaz, rayando el sutil sarcasmo, como lema sesgado contra todo lo que él degrada? ¿Por qué a veces parece desagradarle todo lo que le rodea, siendo lo que le sustenta? Nadie que no leyese sus palabras entre dientes se habría dado cuenta de este detalle, un interprete corriente que no habría compartido con él el pus de sus ampollas seguramente lo habría pasado por alto pero... Sus labios, a menudo apretados, delataban la tensión a la que estaba sometida su olla a presión... Su mente contraída ya no soporta el bullir de su cocido quemado.

Todo esto revela que su corazón también lo tiene abrasado; que no sólo presenta arrugas su cara. Me ha confesado que había venido al camino en busca de algo que se le iba desparramando. Su fuente de la inspiración se estaba secando y eso le estaba causando problemas serios; ya apenas manaba borbotones insignificates de lodo. Se lamentaba apenado de que ya hacia tiempo que nada brotaba del manantial que en otras épocas había sido fecundo. Tiene un nudo, en la garganta y en las manos, tiene amarrados los brazos; la impaciencia gestiona su pereza y cuanto más impaciente se sorprende más perezoso se vuelve. Uno tras otro, un cigarro que con su humo adormezca su derrota reiterada. Uno, otro, todos, ninguno, mil opciones, mil peregrinos quizás le devolviesen la facultad perdida. Infinitas combinaciones que en su complejidad se fundían en una, un fracasado se debatía entre la resurrección y la apatía, mostrando su mueca compuesta; cuando se daba la vuelta, descompuesta.

Tantísimos lugares, tanta tradición...; pensaba que quizás este fuera el lugar. Pero sus palabras me decían que no, porque el lugar que tendría que recorrer estaba enquistado en su interior y no se atrevía a escarbar en su barro marrón. Su corazón latía al son de la razón, y los argumentos le tenían atrapado... La razón estaba demasiado ocupada en ocuparse del pasado, de las hostias recibidas, de los desplantes sufridos, de tantos y tantos andamiajes que ya no sujetaban los pilares.

2 comentarios:

  1. Hola caminante,pase a visitarte y leerte,un abrazo.

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  2. Hacedor de sueños... me gustaría pedirte que inventaras uno para mí... en el caso de que los sueños se pudieran regalar.
    Siempre es un placer leerte.
    Un beso.

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Hacedor de Sueños by Daniel Calvo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.