miércoles, 9 de junio de 2010

Tardajos-Convento de San Antón (iv) (Quince de Septiembre)

He dejado de querer comprender, y de tener que controlarlo todo... Que fuera lo que tuviera que ser... Y por eso he empezado a sentir y he alejado de mí la sensiblería que me había atrapado por la mañana. El sol de mediodía me ha iluminado y por fin he aceptado de buen grado... Otro terremoto que había pasado. No sé lo que por sus cabezas habrá acontecido mientras yo le daba vueltas a todo esto, pero una vez que me he calmado parecía que nada hubiera pasado. Se ha sosegado el cotarro, y el desasosiego aparente se ha relajado, quizás fuera yo el único que estuviera preocupado... De nuevo, por arte de birlibirloque el azar ha dispuesto las piezas para que el juego no se entretuviera en estrategias de jugadores necios. Gustos y disgustos, y regustos de todos los sabores. Los siete magníficos, los siete pringados, comprometidos hasta las últimas consecuencias. Y el grupo sigue avanzando, rotando a pesar de los tira y afloja continuos, con sus elasticidades y rigideces; con cada una de nuestras excentricidades...

Philip, por tanto, descartado y Ana parecía adjudicada. Miriam y Joan se habían correspondido en el sorteo y tenían muchos puntos de desencuentro en los que fundamentar sus encuentros repetitivos. Lo he agradecido porque ni uno ni otra son santos de mi devoción, de momento; algo se remueve por dentro cuando con alguno de ellos converjo, no han ganado mi atención sino mi rechazo, hay algo que no me convence, aunque de veras lo siento. Fernando, que camina a su tran tran, como suele acostumbrar. Es inconfundible su caminar, con su mochila torcida sujetada con alfileres a los desgarros por tantos pasos dados; hoy con alfileres también sujeta el resto de su persona por causa de sus ampollas; no sé si al firmamento espectacular que nos protege o a esa paciencia pertinaz que le hace no mutar la cara ni cuando más le duelen. Tampoco me venía bien su tran tran, hoy pedía algo más. Y Mónica que destrozaría el tran tran de cualquiera que quisiera seguirla aun a distancia, como siempre a su aire. Quien la intentase comprender tendría que rendirse al fracaso. Esta mediodía me la he encontrado caminando en sentido contrario, decía que en este Camino Francés había demasiada gente y que buscaba un lugar aislado... Por eso, o porque así tendría que ser, he acabado caminado acompañando a Denis; o quizás el haya sido el que a mí me haya hecho el favor.

No queda más remedio cuando el destino se empeña, que empeñarse si hiciera falta por aceptar sus consignas; ya estaba repartida la baraja desde el principio... Mis cartas y las de Denis, hoy, habían sido comprometidas.

1 comentario:

  1. ya lo sabes hoy no tengo ganas de escribir,pero que sepas que te leí,cariños.

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