jueves, 26 de mayo de 2011

Veintisiete de Mayo de Dos Mil Once

Parto hacia La Coruña en un rato. Me apresuro a comunicaros las reflexiones que este acontecimiento me sugiere, por si acaso. No hay dos sin tres, cada vez lo tengo más claro; ésta será la tercera ocasión en la que visite Galicia; la primera en la que no lo haga y llegue andando. Circunstancias personales lo hacen posible, ¿o lo evitan tal vez? Tengo una extraña relación con aquellas tierras, desde casi la niñez he sentido algo especial recorriendo mi piel cuando la imaginación volaba hacia aquel lugar, donde se pone el sol. Campiñas verdes hasta donde se pierde la mirada; una emoción rara, como si algo me atrajera; una atracción vital. Algo muy profundo y sabio me tiene reservado aquel final, donde se acababa el mundo hace cinco siglos, donde se agotan las imágenes de mi pantalla mental. Cuando estuve sentado en Fisterra contemplando la mar y su horizonte; la única vez que allí he estado sentado, me embargó la melancolía, la alegría, mi estampa enana y la grandeza del universo; pensé: ya se ha acabado, o me doy la vuelta o a nado no llego, aunque al otro lado del océano inmenso haya algo.

Voy para avisar que regreso; que me esperen, que vuelvo. Apenas en cinco días, de nuevo. Me atrae el aroma a esa sal que habla en gallego, y que a los gallegos les da esa mezcla de alas, miedo y nostalgia. Y lo hace rezando el código de los patrones celtas que fueron sus ancestros maestros; los míos, no sé si los nuestros, porque no se los sabores que degustaron los vuestros. El retorno andando, recorriendo la Meseta Castellana, y me sumerjo en el túnel del tiempo a través del Bierzo Leonés. Eso es lo que siento. Galicia, La Coruña; el Camino de Santiago; la magia. Tampoco lo tengo claro. Galicia, La Coruña y el Camino de Santiago, la magia, se revelan en cualquier lado, aquí mismo mientras estoy contando. Simultáneamente evoco muchos momentos a los que mi corta existencia no ha tenido acceso, instantes que por iniciativa propia he rechazado o aceptado; aquellos relatos que me contaron en el colegio, las pocos pasos que aún he dado con mis propios zapatos.

Poncio Pilatos que, aun no teniéndolas sucias, se lavara las manos; Judas que, tirara las treinta monedas con las que traicionara a su jefe y hermano debajo de la horca que hiciera justicia; el mismo Cristo asegurando no saber lo que para él su Padre Celestial le tuviera deparado cuando fuera mayor, a los treinta y tres años. La Armada Invencible de mis compatriotas, no los considero hermanos, vencida por un montón de piratas aliados, según rezaban aquellos libros falsos; las pateras de colegas derrotados por el sistema de valores en el que ahora todo se ha centrado, ganando un minuto más de vida en cada esfuerzo del remo que lo arrastra. Aquel día en el que mi mano inocente le tocó el culo a aquella chica y otra mano le recriminó su osadía golpeándola con violencia. Aventuras en las que he participado, aun sin estar a su lado; unas que admiro, otras que detesto, de todas ellas responsable, porque todos eran, son y serán, han escrito la historia de los míos. El genero humano; y los animales y plantas en los que tales hazañas se han apoyado; el genero humano, de su comercio la mercancía.

En Galicia, en anteriores caminos, he sentido esa presencia antigua, recogida en su forma de ver la vida. Húmeda, verde; cálida y fría, huraña y tendida; fiel a los recuerdos de la casta que se expresa día a día. El orballo y otras mil formas de manifestarse la lluvia; mil nombres para determinar las diferentes formas de impregnarse de música. A mediodía parto hacia Occidente, haciendo en Oriente una conjura. Hoy reflexiono por anticipado, por si al llegar allí no dispusiera de los medios necesarios para contaros. Será la última en que no me fíe de que la providencia vaya a proveerme de lo justo y necesario. La próxima, en cinco días, saldré con lo que me regale el camino en su recorrido. Por eso me despido, por si decide que tenga que contar mis tonterías sólo a quien camine a mi lado; por si escoge para mí el silencio para andar escuchando lo que otros maestros tengan que enseñarme, como discípulo suyo.

Hasta luego, por tanto; hasta mañana, hasta nunca, hasta siempre; hasta cuando sea estrictamente justo, necesariamente.

1 comentario:

  1. Creo que tienes tarea con tu alma,
    permanece leal a tus propios deseos con Pasión ,ya que ésta es la musa de la autenticidad, la energia mas importante y palpitante que nos imbuye toda la vida. Cada uno de los impulsos apasionados vividos nos acompañaran en nuestro corazon por los siglos de los ......

    Hasta siempre,
    con pasión mirando a ese mar......










    Hasta siempre......

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