lunes, 29 de marzo de 2010

REGRESO (Cuarto día en Galicia)

Un túnel, después de muchos otros; entre todos forman uno y largo; tan profundo... A su través, penetro, mecido por el traqueteo del tren, en ese mundo oscuro, de luces, sombras y penumbras... Dejo de ver contínuo y, por instantes, percibo destellos... Intermitentes, van quedando atrás, quebrados por la tenacidad de una vía férrea, dura como el hierro que la fundamenta. Me engulle y me vomita; para volver a encerrarme y liberarme; a punto del mareo el aliento... Lejos de las entrañas del tiempo, penetro en el presente eterno; en las tripas de la Verdad nada es lo que parece.

Hasta Miranda, cuarenta y cinco euros, y otros quince hasta Logroño... Hacen sesenta. Ayer me parecieron demasiados, no me lo podría haber permitido, estaba seguro. Y, por eso, la vuelta me va a costar ciento cincuenta, menuda novatada; perfecta, para un principiante iluso. Por un poquito de austeridad, ¿o por mucha racanería, quizás? Pagaré a gusto, doblada, esa cantidad; el precio de la mentira y la necedad... ¿O, tal vez, trate de convencerme de otra falsedad? Por cuidados urgentes, ya me había abandonado a menudo la atención permanente; no ocurriría esta vez. ¡No tengo más remedio que aceptarlo, joder!

¿Veinte minutos qué es? ¿Serán suficientes o qué?, mejor si dispusiera de otros cuantos, una hora sería bastante; aunque si llegase el tren a la hora, una hora esperando en Miranda el trasbordo...; ¿qué haría esperando tanto tiempo? Necesito un colchón que se adapte a mi posición, cualquier circunstancia accidental llevaría al traste mi plan, se podría desinflar por un insignificante pinchazo del azar; o reventar por soplar y soplar. De los ferrocarriles españoles no es punto fuerte la puntualidad. ¡Ya sé que no suelen reventarse las ruedas de metal!; están bien herradas, no usan recauchutados de baja calidad pero... ¡Basta ya de preocupaciones inútiles, sin sostén! No vaya a ser que se derritan por tanto calor, son de hierro y hierve mi mente sin compasión.

Una instantánea casual; un momento, el tren se ha tenido que detener; ¿para qué?, ¿qué más dará? Otro destello fugaz; lo he visto claro, a través del cristal. Esas excavadoras que no dejaban de escarbar en las entrañas de la saciedad, a costa de la salud de un montón de hombres que cambian cuatro duros de comodidad por un futuro de enfermedad. He visto los relojes sobre sus conciencias exprimiendo la cabezonería más tenaz. ¿Creerán de verdad que van a lograr socavar los pilares de la eternidad?; una montaña perforada más, y muchísimos árboles que talarán sin dudar, sin cuestionarse nada más. ¡Dará igual! ¿Cuánto durarán las hazañas de la humanidad? ¿Un año?, ¿doscientos, tal vez?, para cinco mil me faltan dedos y capacidad para contar... Antes o después, el roto se zurcirá, por generación espontánea, en cuanto la maquinaria deje de maquinar; y el resto... El resto será historia que quizás no se pueda contar; los libros de texto para programar formas de pensar tarde o temprano fracasaran. Urgencias de unos cuantos escribidores miopes, tontos de cojones, que de la paciencia aprendieron poco; no son tan sabios esos eruditos de la sociedad.

¿En contra de la espontaneidad? Imposible, la batalla está perdida; contra la naturaleza, contra el universo... Esperarán el momento oportuno, y ejecutarán cuando la oportunidad llame a la puerta; sin compasión, uno a uno, con un hachazo certero, en el Instante, con mayúsculas como todo lo que sea verdad. Cegatos inútiles, también de verdad. Verdad. Un sistema artificial, ya sean saetas de madera o metal, arderán en los hornos de la necedad, de la mentira, de la avaricia disfrazada de ambición.

Que alguien encienda otro foco, para que se diluya el negro intenso y vuelvan a discurrir por las ventanas paisajes, aunque sea en cinemascope, quiero películas y actores. Y que arranque de nuevo el tren, para que se difumine este espejismo cruel, una dosis de realidad romántica me vendría ahora muy bien. ¡Otro cegato más...!, como todos esos; me siento incapaz de mirar a menos de medio metro de mis narices. Me cuesta traspasar el reflejo, la ventana me devuelve una caricatura rasgada por brillos intermitentes... Bosques, casas, cielo, paisajes, difusos y permanentes. Un fantasma, reflejado a su través, translúcido, efímero, trasparente, un espectro nítido me reta de frente... Lo he reconocido, con barbas de muchos días; en esos ojos hundidos me he sentido yo mismo, por primera vez, en toda mi corta existencia.

1 comentario:

  1. Hola Peregrino, siguen los bosques, paisajes en la negrura y tus dilemas... que intriga quien es el de barba?

    Abrazos, sigo en tu camino!

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Hacedor de Sueños by Daniel Calvo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.