viernes, 26 de marzo de 2010

DE MARRON... (Tercer día en Galicia)

¿Qué otra cosa podría haber hecho para dejar de sentirme culpable?, para no dejar de ser un aventurero como Dios manda, el regreso también me tendría que suponer un gran esfuerzo, un poquito de riesgo. Pero me daba pereza volver andando después de dos días parado; mi voluntad se había acostumbrado a la holganza; de alguna manera tenía que arreglarlo. Había emprendido mi odisea del mismo modo..., una experiencia extraordinaria desde Viana hasta Roncesvalles. Si entonces lo había logrado, ¿por qué no volver a intentarlo?

¡Qué razón tenía Mayte! Hasta ahora no había comprendido en toda la extensión el sentido de ese refrán que repetía continuamente: “el dinero y los huevos, para las ocasiones”. Seguramente no me habría dado la gana entenderlo; había preferido agarrarme a la violencia que yo le atribuía para no hacerle caso porque la sutileza que destila no me interesaba. Pero ya son demasiadas las casualidades que lo confirman, demasiados tropiezos contra la misma piedra. En cuanto me despisto me extravío de la recta y vuelve a darme vueltas en su peonza el diablo que tengo aprisionado adentro.

¡Qué despiste!; que eran cojones lo que había que echarle a la vida, porque mis huevos no rimaban con las ocasiones; fueron demasiadas las oportunidades perdidas que, por fortuna, estoy recuperando desde que en mi vocabulario hasta las gallinas son capaces de poner cojones. ¡Qué lío! Esto tampoco lo tendré en cuenta, este despropósito no descuenta. Otro cuento, “Iba un tío con una mochila...” De verdad que suena a monólogo del Club de la Comedia. “Iba un tío con una mochila caminando por la autovía, cuando para un coche de la guardia civil a su lado, y...” ¡Qué divertido...!, yo también me estaría riendo si no hubiera sido cierto.

Que si era un peregrino que regresaba a casa tras completar con éxito el Camino de Santiago, que quizás si les mostrara la concha colgada en la mochila se ablandaran...; que mejor que no se den cuenta de que yo soy un mentiroso porque el fracaso había sido la primer sensación que había tenido al llegar a la Plaza del Obradoiro. Que si me había quedado sin dinero y por eso me encontraba allí tirado...; que seguía siendo un falso porque llevaba la cartera repleta. Que si ten cuidado, no descubras el carnet de conducir al mostrarles el D.N.I. que te han solicitado; que si no sabía como llegar por la carretera general, tan enrevesada... Excusas y más excusas, por no atreverme a reconocer sin complejos que, como en otras muchas ocasiones, la había vuelto a cagar por pesetero.

Más que el aventurero recién estrenado, había decidido el viejo avaro amarrado por los huevos, justamente, a su temor permanente a la quiebra. Otra arista de la misma piedra, otro tipo de las muchas muertes temidas; una muerte lenta, un suicidio paulatino, sin paliativos. También me estaba costando extirpar ese otro engendro que a veces me corroe por dentro; y aunque sufro sus efectos en silencio, a veces me vuelve tonto y ciego; no pienso, no veo... Y eso tiene consecuencias que resuenan como un cachete tremendo ¡Claro que sé interpretar las señales de tráfico! ¿Cómo no iba a estar enterado de que a los peatones no nos estaba permitido circular por una autovía?

Y a pesar de todo, no me va a salir tan cara la broma, una vez más tendré que darle las gracias a la fortuna. Un atropello, o provocar un accidente habría sido mucho peor para todos, otro desenlace crudo que ha vuelto a evitarme, ¿de qué podría quejarme? ¿Qué son sesenta euros? Si pagase la multa en el plazo estipulado..., ¿qué serían cuarenta y dos? Nada en comparación con lo que cuesta cualquier tontería. En una academia, esta lección me habría costado mucho más. Por eso, gracias señor agente, por denunciarme; y gracias por este chaleco refractante que seguramente no use. Aunque parezca que les esté tomando el pelo, a mi pesar sigo siendo obediente y serio, ante la autoridad competente. Gracias, por tanto, por muchas cosas más que me acaban de vender a precio de saldo, posiblemente, sin darse cuenta.

2 comentarios:

  1. hola aqui ando leyendo un poco y agradeciendo tus amables comentarios y tus visitas ,gracias por todo lo que compartes,un abrazo

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  2. ¿Porqué será que nos volvemos ciegos y tontos? E incluso, sordos.

    Miedos, viejas creencias,con tal de aferrados al pasado, paralizados.

    Acabo de recibir una lección en este sentido.
    Seré capaz algún día de abrir mejor los ojos? Señales... Vibraciones... Hay alguna escuela para interpretarlas? Para aprenderlas?

    Tal vez algún día... Lo conseguirás.

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