lunes, 22 de marzo de 2010

PIEDRAS (Vigésimo octava etapa)

Hemos celebrado la Misa del Peregrino, como todas las mediodías lo hacen por estos lares; lo hicieron, lo hacemos, lo harán, por supuesto. Unos cuantos, todos los que habíamos llegado por la mañana, y algunos más añadidos, los que lo habrían hecho ayer a partir de las doce. Una muchedumbre salvaje, sin costumbres pero respetuosa, mezclada con muchos turistas atraídos por el aroma del pulpo. Al son de las gaitas se presenta el espectáculo esperado; yo creía que los homenajeados seríamos los peregrinos, agotados por enfrentar tantas penurias para hacer más grande al Santo pero... los protagonistas siguen siendo esa retahíla de sacerdotes altivos a los que les hemos abierto paso; dedicándoles nuestras reverencias sumisas.

En la Catedral de Santiago, cada día... se ejecuta la misma función, otra representación teatral que añadir al repertorio benefactor; y el Botafumeiro balanceándose un ratito al final, para mayor gloria de Dios. Para mayor gloria la construyó el Gran Maestro Mateo; hace un mes me habría sobrecogido tan majestuosa estructura, pero tantas piedras amontonadas se me estaban indigestando. Burgos, León; Logroño, Santo Domingo o Astorga; el Románico Navarro y el resto de románicos salpicados, el Arte Riojano; Eunate... Piedras, que desde hace semanas no me decían nada, porque no entiendo su idioma, porque estaba harto de mirarlas como un tonto que aparentaba entender algo.

O'Cebreiro y sus techos de paja, o el adobe de los pueblos palentinos me habían llegado más adentro; y es que yo soy de pueblo, aquella iglesia en ruinas de Bercianos que no iba a ser reconstruida me había parecido el monumento más precioso. Las piedras son duras, regias... tienen historia, pero el barro cocido teñido por la arcilla me transmite más energía y además, tras tantos años, aún sigue aguantando en pie. Tierra mezclada con agua, tierras pobres y austeras, una lección importante; por algo seremos barro, para diluirnos, quizás, poco a poco, soportando los quiebros propuestos. Mejor correré un estúpido velo; me da pereza, desisto; me agoto tan solo pensarlo. No sigo enumerando...

Si al menos el bocadillo que me he comido hubiera sido bendecido; no creo que el humo del Botafumeiro haya llegado tan lejos; me parece sencillo, como los que me como en mi pueblo; exquisito. Dicen mis compañeros que esta noche celebrarán el final del viaje con una mariscada. Pero si a mí no me gusta el marisco, prefiero unos huevos fritos, y además, yo no me quedaré con ellos. Aarón, Eny, Ceci; Elena, Txomin, Paqui... Presentes. Tiziana, sus compañeros italianos; Alexandra, no me olvido de Ian tampoco; Thomas, Jurguel, Castel, los alemanes; Ximena, Yuri y Jose el trío maravilloso que ya estará camino de Finisterre... Enrique; Eva y Manuel. Unos cuantos que no recuerdo, todos y cada uno.

Sigue siendo viernes, mientras tanto... Queda un fin de semana por delante. La Galicia profunda que tanto admiro me espera. A partir de ahora... La sangre roja que amenazaba solidificarse en roca profunda que a duras penas dejase emocionarme tiembla. Dentro de mi pecho laten sentimientos, contrariados, coherentes, alegres y tristes; en algún tiempo remoto un escudo duro; piedra o roca, barro. A partir de ahora me sumerjo en el misterio; en el silencio... Ya me he deshecho de la mochila.

2 comentarios:

  1. Nunca dejo de sorprenderme con tus relatos...el pulpo... la misa... las piedras.
    No te gustan los mariscos? Noooooooooo.
    Me encanta que hayas deshecho de la mochila!

    Abrazos Peregrino, disfruta la primavera!

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  2. Hola amigo peregrino, que maravilla recorrer de tu mano tanta hermosura y tanta sencillez
    Me ha llamado la atención el nombre de el pueblo de Bercianos, porque es mi apellido.
    Sigue caminando.

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